A Carmen 'Tita' Cervera (80 años) siempre le hizo tilín el mundo de la farándula, y ya fantaseaba con convertirse en actriz cuando a los diecinueve años recién cumplidos se proclamó Miss España. “He utilizado mi físico en cantidad, y no hacerlo hubiera sido como insultar a Dios”, señaló una vez. Sin embargo, sin la determinación de presentarla en ambientes influyentes mostrada por su madre, la barcelonesa seguramente habría acabado casada con un industrial catalán con parné y con varios hijos.
El moderno cuento de hadas que protagonizó tuvo su primer pasaje destacable en diciembre de 1963, mientras su madre y ella viajaban en un vuelo con destino a Ginebra. En el avión estaba también el apuesto y fornido actor Lex Barker, que acababa de enviudar. Animada por doña Carmen Fernández, Tita se acercó a él con la excusa de pedirle un autógrafo para su "hermana pequeña". El Tarzán más famoso del siglo respondió: “Te lo firmo, pero con una condición: tienes que darme, a cambio, tu teléfono”, una petición a la que ella accedió.
Durante el vuelo, Tita le contó que su hermano estudiaba en Alemania, y Barker le confesó que se había quedado viudo hacía tan sólo dos meses. Dos días después del encuentro, el actor telefoneó al hotel en donde se alojaba la española para felicitarle la Navidad. Varias conversaciones después, los dos quedaron para copular como si no hubiera un mañana. El romance saltó rápidamente a las revistas. “Te juro que desnudo era un auténtico espectáculo”, aseguraba Tita de un hombre fogoso (y veinticuatro años mayor que ella) con el que se casó en la ciudad suiza de Ginebra en marzo de 1965.
La vida de ensueño de Carmen Cervera
Gracias a su matrimonio, la barcelonesa conoció a lo más granado de la meca del cine y pasó a vivir a caballo entre Roma, Suiza y Los Ángeles. La periodista Nieves Herrero apunta en su última novela, 'La baronesa', que estando en la ciudad estadounidense ambos quedaban a menudo con actores tan conocidos como Roger Moore o Frank Sinatra, al que veían con frecuencia: "La recién casada se integró en aquella sociedad americana y jugaba al tenis, visitaba museos, salía de noche y apenas paraba en casa. Sin embargo, tomó la decisión de acompañar a su marido a todos los rodajes y ausentarse de Los Ángeles. En las pausas procuraba entretenerle y jugar con él a las cartas".
También cumplió Tita su deseo de debutar como actriz, pese a las reticencias de Barker, que había estado casado con dos intérpretes y no quería volver a compartir su vida con una mujer más volcada en su carrera que en estar pendiente de él. Según cuentan Goya Ruiz y Teo Lozano en su libro Carmen Cervera. La Baronesa, el estadounidense se lo había advertido desde el principio: “Sin embargo, ante la insistencia de Tita en aceptar algunos de los papeles que le ofrecían los amigos de Lex, a éste no le quedó más remedio que bajar la guardia; eso sí, le permitió intervenir en una película en la que también actuaba él: ya que había accedido a los deseos de su mujer, quería que, al menos, saliera lo más airosa posible de su debut”.
Barker era un tipo celoso, pero también era bastante espléndido. De hecho, cuatro años después de casarse, hizo realidad uno de los sueños de Tita: construir una gran mansión sobre un acantilado, en la localidad gerundense de Sant Feliu de Guíxols, para vivir allí juntos. Aun así, ella se acabó cansando de compartir su tiempo con alguien que, si bien era “un amador infatigable”, vivía totalmente volcado en su trabajo. Como él nunca quería ir de fiesta, empezó a engañarle para poder salir a divertirse con sus amigos. “No llegué a serle infiel, aunque sí de pensamiento. Recuerdo que me gustaba enormemente Robert Wagner, que era amigo nuestro”, confesaría en una entrevista.
Aquella relación de tira y afloja se fue deteriorando cada vez más. No en vano, la pareja se estaba separando cuando ella se enteró por su madre de que Tarzán acababa de morir debido a un infarto de miocardio, sufrido mientras caminaba por una calle de Nueva York. Corría el mes de mayo de 1973 cuando Tita se quedaba viuda y con una herencia millonaria, aunque cabe señalar que el actor tenía varios hijos y la española tuvo que pelear por ella.
La segunda vida de Tita Cerveza al lado de Espartaco Santoni
Espartaco Santoni escribió luego sobre las comentadas malas relaciones entre suegra y yerno: “El día de su muerte, la mamá brindó con champaña. De haberla conocido mejor, no se habría casado con Tita. Lex tiraba el dinero a manos llenas para complacer a ésta. Sin embargo, la vez que conoció a Fred Horowitz, un prestigioso joyero, éste la conquistó con sus regalos y Tita se fue con él a dar la vuelta al mundo. Cuando esto sucedió, Lex estaba en Nueva York y sufrió enormemente… El día de la reconciliación, mientras Lex la esperaba en Nueva York, en lugar de acudir a la cita, Tita estuvo con Fred en Roma debido a un brillante que él le había prometido y que, finalmente, nunca le regaló”.
No tenía pelos en la lengua Santoni. Cuando Tita le conoció en 1974 a través de una amiga común, creyó haber encontrado un alma gemela, esto es, alguien a quien le gustaba la vida nocturna y el lujo tanto como a ella. El actor y playboy venezolano, entonces un productor de cierto éxito, la sedujo con la idea de que iba a conseguir para ella papeles estelares en importantes largometrajes. Desde el día de febrero de 1975 en el que se casaron, se acostumbraron a vivir por encima de sus posibilidades.
Acuciado por los problemas legales y económicos, Santoni fue dilapidando la herencia de Lex Barker. Hasta trató de convencer a Tita para que vendiera la casa que su difunto marido había construido. Las peleas y discusiones entre ambos fueron cada vez más frecuentes y violentas, aunque el productor consiguió camelarse a su chica produciendo Objetivo: matar, un thriller de acción, coprotagonizado por el actor de moda Lee van Cleef, que supuso el primer desnudo de Tita delante de una cámara. “Tita era una actriz pésima”, comentó el abogado Luis Joaquín Garrigues, que produjo la cinta. “Se ponía muy tensa a la hora de rodar. Siempre tenía que tomar vodka antes de empezar, para darse valor y desinhibirse”.
Engañada y estafada, Tita se divorcia
Aquellos eran los años del destape, y casi todas las aspirantes a actriz intentaban posar en la revista Interviú, la más vendida del momento. Tita no fue una excepción desde luego, y en agosto de 1977 quiso aparecer desnuda en la portada de la hoy desaparecida publicación, en unas instantáneas que fueron disparadas por la legendaria Sylvia Polakov. Años después, intentó reescribir su pasado inventando que fue Santoni quien le propuso hacer esas fotos como recuerdo y que, acto seguido, las vendió a Interviú, por supuesto sin su consentimiento.
Las diferencias entre la pareja se hicieron insalvables. Sintiéndose engañada y estafada, Tita comenzó a tramitar el divorcio en 1978. Fue en ese momento cuando descubrió que Santoni era bígamo y que, por tanto, su matrimonio era nulo desde el principio. “[Espartaco] Produjo películas que no fueron bien y tuvimos problemas económicos, pero nos amamos mucho y fue muy divertido”, aseguró Tita, que a partir de ese momento se enfrentó sola a una de las etapas más agitadas de su vida. Una época en la que tenía poco dinero, pero muchas ganas de divertirse.
Se trasladó a vivir a un apartamento situado en la madrileña calle Menéndez Pidal. Cerca vivía su entonces amiga inseparable Paula Pattier, con la que compartió noches interminables de copas y baile. También trabajó de forma puntual como modelo y relaciones públicas y, a pesar de sus escasas dotes interpretativas, hasta consiguió que el mercado estadounidense, donde ella tenía algunos contactos, le ofreciera pequeños papeles en varias películas. Con el tiempo, dispuesta a borrar de su biografía una etapa de su vida de la que no se siente nada satisfecha, renegaría de su trabajo en el destape.
La última (gran) película de Carmen Cervera
Durante la Semana Santa de 1978, Pattier le presentó a Manuel Segura, con quien Tita mantuvo durante un par de años un romance que fue seguido de cerca por la prensa del corazón. Algunos biógrafos de la catalana recuerdan que a su madre, que la educó para que fuese famosa, no le gustó nada que empezara a salir con un simple publicista. Cuando la relación entre ambos estaba a punto de romperse, Tita se quedó embarazada de su hijo Borja. “El niño tenía siete años cuando Tita nos reunió en Marbella a Heini [Thyssen], el niño, ella y yo y le dijo: ‘Borja, Manuel es tu papá. Tienes dos papás y tienes mucha suerte de tener dos papás, uno rico y uno guapo”, contaría luego Segura, fallecido en 2020.
La última aparición de Tita en la gran pantalla, con escena prácticamente sin nada encima, se produjo en El primer divorcio (1982), una comedia de Mariano Ozores que buscaba parodiar la recién aprobada Ley del Divorcio y fue un éxito comercial. Poco antes de su estreno, la catalana conoció en la isla de Cerdeña al maduro barón Heini Thyssen, propietario de una de las colecciones privadas de arte más grandes del mundo, y pudo dar el salto a la alta sociedad. Su boda con el multimillonario aristócrata holandés, en agosto de 1985, marcó el pistoletazo de salida a su nuevo estatus: el de ser una de las mujeres más ricas de Europa y la coleccionista de arte más astuta del mundo.