La Casa Real noruega está de máxima actualidad tras la detención de Marius Borg, hijo de la princesa Mette Marit, una noticia que ha ensombrecido de manera inevitable la celebración de la inminente boda de Marta Luisa de Noruega (52 años) con el chamán Durek Verrett (49 años), prevista para el próximo 31 de agosto.
De entre todas las princesas europeas segundonas, Marta Luisa ha destacado siempre por ser la más extravagante y rebelde. La primogénita de los reyes de Noruega nunca quiso ser reina, así que vivió con alivio que su país aboliera en 1990, sin retroactividad, la ley sálica que impedía a las mujeres reinar o transmitir derechos, y que su hermano menor Haakon se convirtiera en el heredero. Además, ya desde jovencita luchó por mantenerse firme en su propósito de libertad personal. Fisioterapeuta de formación —nunca ejerció—, en 2002 se casó con el escritor Ari Behn, padre de sus tres hijas, y renunció al tratamiento de alteza real, aunque seguiría conservando el título de princesa.
A partir de entonces, se instaló con su marido en una casa a las afueras de Oslo —después vivieron en Londres— y se puso a trabajar para poder vivir y pagar sus impuestos porque, como ella misma explicó, "ya no percibo dinero del Gobierno y dependo de los ingresos que genero". En cuestión de pocos años grabó un disco pop, escribió algunos cuentos infantiles e incluso abrió una escuela esotérica tras afirmar que desde pequeña ve y habla con los ángeles. Y en 2016 dio el paso de divorciarse de Behn, que ya entonces sufría problemas de depresión y apenas tres años después se quitaría la vida.
Para acabar de romper con todos los cánones, Marta Luisa de Noruega hizo público a través de las redes sociales que estaba loca de amor por Durek Verrett, un chamán estadounidense que afirma haber sido rey en otra vida y haber vivido en el Antiguo Egipto. "En Noruega, nuestro noviazgo es muy pero que muy polémico. Yo debería estar con un consejero delegado, con un lord o alguien así, de alto nivel. Estar con un chamán es algo extremadamente fuera de lo normal. Es una locura”, aseguró la princesa sobre un romance que ambos supieron rentabilizar con una gira de charlas motivacionales registrada con el nombre 'La princesa y el chamán'.
Una gran boda real de varios días
La pareja anunció su compromiso en 2022, el mismo año en el que Marta Luisa habló abiertamente de su lucha contra el acoso de la prensa noruega, algo que empezaba a afectar a su salud mental, y renunció a sus obligaciones reales, con la intención de crear una “distinción más clara entre sus propias actividades y su asociación con la casa real”. Tan solo un día después de este anuncio, sus progenitores ofrecieron una rueda de prensa conjunta en la que la reina Sonia describió a su yerno como "un gran tipo" que, sin embargo, "no entiende el significado de lo que es un reino. No lo hace. Pensó que podía hacer lo que quisiera sin comprometernos en absoluto”.
Marta Luisa de Noruega junto a su prometido sostiene un ramo de flores
Estos días, Marta Luisa y su prometido se preparan para la celebración de su boda, que tendrá lugar el 31 de agosto en un hotel privado en Gerainger, un fiordo noruego conocido por sus grandes cascadas y declarado patrimonio de la UNESCO, y se prolongará varias jornadas.
Según el medio danés Seoghoer, los invitados llegarán el jueves 29 de agosto al lugar, donde ese día se celebrará "una fiesta de bienvenida", en la que el código de vestimenta es 'sexy y cool', para que todos ellos puedan conocerse. Quien seguramente no va a estar presente en la juerga es la madre del novio, Verushka Urquhart, que en los últimos tiempos se ha dedicado a poner a los contrayentes a caer de un burro, algo que ha llevado a Marta Luisa a amenazarla con una demanda millonaria.
Los llamativos requisitos de la gran boda noruega
Para el segundo día de celebración está previsto que los invitados participen en una excursión en barco de tres horas para disfrutar de la belleza de la costa noruega, seguida de una velada con cócteles y cena. Y el sábado 31 es el día de la ceremonia, que será oficiada por una reverenda protestante y un gurú espiritual y, según los novios, será recordada como una auténtica "boda de cuento de hadas".
Las invitaciones que repartieron los novios también exponen que el código de vestimenta para las mujeres es "el vestido de gala largo", y que están "estrictamente prohibidos los vestidos blancos, negros, rosas y de todo tipo de dorados". Además, la pareja ha hecho hincapié en que no se podrán hacer fotos, ya que ambos quieren "controlar los recuerdos" —solo el tiempo dirá si esta es la verdadera razón de la prohibición, o si en realidad lo hacen porque han vendido la exclusiva a alguna revista—.