Glamour, estilo, lujo… Estas son algunas de las palabras que se vienen a la mente al pensar en la familia real de Mónaco. Desde Alberto y Charlene de Mónaco, hasta Carolina, pasando por otros miembros de la familia como Carlota, Andrea, Pierre Casiraghi, Louis o Pauline Ducruet, todos se relacionan con esa imagen de lujo que tanto tiene que ver con el Principado. Sin embargo, hay alguien de la familia que siempre ha marcado la diferencia en este sentido. Se trata de Estefanía (58 años). Desde su juventud es conocida como la princesa rebelde, y a estas alturas la hermana de Alberto de Mónaco no ha logrado desligarse de ese título. Tampoco a nivel imagen.
Tan solo hay que ver la última aparición pública de Estefanía de Mónaco para comprobar cómo suele marcar la diferencia con el resto de la familia.
Varios de los miembros de la familia Grimaldi se han reunido para acudir al tradicional Festival de Circo de Montecarlo. Alberto, Charlene, sus hijos Jacques y Gabriella, Estefanía y sus hijos Louis y Camille han estado en un evento muy especial para ellos. Para Estefanía más que para nadie, puesto que es la presidenta de honor de este Festival.
El look desaliñado de Estefanía de Mónaco
El circo es una afición que le ha acompañado desde hace muchos años, y sigue muy involucrada en dar visibilidad al sector circense. De ahí que no haya faltado a este evento en el que su look ha llamado la atención. La imagen de la princesa ha contrastado con la del resto de familiares. La hermana de Alberto de Mónaco ha llevado unos jeans que ha acompañado de un gorro de lana y una sudadera propias del evento, en la que se puede leer la palabra ‘staff’. Estefanía ha preferido así lucir una imagen corporativa más que una imagen propia de una princesa o de una de las invitadas al espectáculo. Un look con el que ha lucido un tanto desaliñada y que no es la primera vez que ha llevado.
Pese al título que ostenta y pese a que ha tenido referentes como su madre Grace Kelly o su hermana Carolina, Estefanía de Mónaco se ha desmarcado varias veces en este sentido. También ha habido ocasiones en las que ha lucido su versión más elegante y ha resultado de inspiración. Pero aunque sabe de su popularidad y de que su imagen es muy comentada, nunca le ha importado lucir más desaliñada. Algo que lleva a recordar ese título de princesa rebelde que desde hace años se asocia con ella y a pensar en todos los dramas que ha vivido a lo largo de su vida.
La mala suerte de Estefanía de Mónaco en el amor
No se puede hablar de la vida de Estefanía de Mónaco sin hablar de su mala suerte en el amor. La hija de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly tiene un currículum amoroso en el que aparecen varios fracasos. Su primer matrimonio tuvo lugar en el año 1995, cuando se casó con el guardaespaldas Daniel Ducruet, el padre de sus hijos Louis y Pauline. Tan solo un año después, la pareja se separó después de que vieran luz unas fotos de él cometiendo una infidelidad.
Después de su matrimonio con Daniel, Estefanía fue madre de Camille Gottlieb, fruto de su relación con el también guardaespaldas Jean Raymond Gottlieb. Una relación que también duró poco. Al igual que la que tuvo con Franco Knie, a la que siguió otro matrimonio. En 2002, Estefanía de Mónaco se casó con el acróbata Adans Peres. Pero también un año después de darse el sí quiero, su relación llegó a su fin. A ellos hay que sumar otros nombres como Paul Belmondo, Anthony Delon, el piloto Stefan Johansson, el fotógrafo François Darmigny, los actores Christopher Lambert y Rob Lowe, John Kennedy Jr… Con ellos también tuvo breves romances hasta llegar a hoy, cuando hace tiempo que no se conoce que haya alguien que ocupe su corazón.
Los escándalos de los embarazos de Carolina de Mónaco
Si algo ha sacado de positivo de algunas de estas relaciones han sido sus hijos. Pero hay que recordar que sus embarazos no estuvieron exentos de polémicas. Fue madre de Louis y Pauline antes de casarse con Daniel, y en el caso de Camille se quedó embarazada también sin haber contraído matrimonio previamente. De hecho, con el padre de la joven no llegó ni a casarse. Algo que no es habitual en los miembros de la realezas europeas.
La vida de Estefanía de Mónaco en el circo
Volviendo a sus noviazgos, algunas de estas relaciones llevaron a que Estefanía de Mónaco se introdujera de pleno en el mundo del circo. Lejos de priorizar su labor como princesa monegasca y tener la imagen que se suele relacionar con este título, no lo dudó y tanto con Franco como con Adans lo dejó todo para embarcarse en una vida típica de los trabajadores circenses. Algo que muchos interpretaron como todo un gesto de rebeldía. Una situación que ella misma llegó a justificar.
El fallecimiento de su madre Grace Kelly que marcó a Estefanía de Mónaco
Hubo una entrevista que Estefanía concedió hace unos años a la revista ‘Paris Match’ que resultó reveladora porque fue una especie de justificación sobre lo que estaba viviendo. “De repente comprendí que todo se puede detener de un momento a otro. Por eso hice todas esas cosas. Quería aprovechar hasta el fondo, pero también encontrarme a mí misma, hallar mi lugar”, comentó sobre cómo la pérdida de su madre cuando la actriz solo tenía 52 años le hizo cambiar el chip y decidir vivir como quería porque cualquier día puede ser el último, dejando a un lado su título de princesa.
La actual vida de Estefanía de Mónaco, abuela feliz y apoyo de su hermano
En la actualidad, y pese a que sigue teniendo algún que otro gesto de rebeldía, Estefanía de Mónaco está más relajada que nunca. En lo personal, se muestra siempre orgullosa de sus hijos y está feliz con su papel de abuela. El pasado mes de abril, Louis y Marie Chevallier dieron la bienvenida a su primera hija y la princesa estrenó este papel con el que estaría encantada. En lo laboral, no deja sus proyectos solidarios y otros que le entusiasman como este del circo. Además, es un buen apoyo para su hermano Alberto dentro del Principado. Estefanía cumple con sus labores de princesa con diferentes apariciones en las que también muestra su versión más elegante. Una forma de intentar contrarrestar ese halo de rebeldía que siempre le ha perseguido y que no termina de soltar.