Letizia, apartada de la familia del rey Felipe

El rey Felipe y su hermana fueron los protagonistas de un momento perfectamente orquestrado, una imagen imposible hasta hace muy poco: su llegada juntos en coche. Cristina ocupaba el lugar que correspondía a Letizia

Pilar Eyre

Periodista y escritora

Actualizado a 4 de septiembre de 2024, 06:48

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Todo estaba perfectamente orquestado. Lo más importante, el motivo central, era la solemne entrada del rey Felipe teniendo como pareja a su hermana la infanta Cristina en la finca Soto Mozaneque donde se celebraba la boda de Victoria López-Quesada y Enrique Moreno. Los dos hermanos no iban en el asiento de atrás de un coche con los cristales tintados, sino de forma que se les pudiese ver con más claridad y contundencia, el equivalente moderno de ir en carroza descubierta, ¡incluso se detuvieron unos segundos para que pudieran tomar la foto! Felipe al volante del Lexus y su hermana sentada orgullosamente a su lado, en el lugar que hubiera tenido que ocupar Letizia, caso de haber ido.

Maquillada y peinada por una magnífica profesional, con un fabuloso traje de su íntimo amigo Lorenzo Caprile, sabiendo que esta semana iba a salir en las revistas, se mostraba al mundo en todo su esplendor la hasta hace poco marginada y ninguneada infanta Cristina. La que se vio desposeída de su título en 2015, la que debía ver a su madre a escondidas porque tenía la entrada prohibida en Zarzuela y Marivent. ¡Nunca se borrará de nuestra retina el funeral de la infanta doña Pilar con Felipe y Letizia pasando ostentosamente delante de Cristina sin dirigirle ni una sola mirada! Y hace tres meses, sin ir más lejos, en la entrega de becas de La Caixa, un acto del que también se ausentó Letizia, el Rey y su hermana estuvieron en el mismo auditorio, aunque en filas distintas y sin intercambiar palabra.

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Una imagen de unidad

O sea que hasta hace poco se pretendía guardar todavía distancias, quizás se estaba esperando el momento oportuno, este 31 de agosto, para que la familia real española diera una imagen de unidad, lejos de ese escuálido núcleo de tan solo cuatro miembros. Porque circulando detrás de los protagonistas, en un Volvo valorado en 90.000 euros procedente del parque de Palacio y propiedad de Patrimonio Nacional, iban Juan Urdangarin al volante y a su lado su hermana Irene.

Guapísima, maquillada y peinada por el mismo equipo profesional de su madre, llevaba también un precioso vestido de Lorenzo Caprile. Los seguían, en un coche de idénticas características, la infanta Elena con su hija Victoria Federica. Hubieran podido entrar por separado y nunca hubiéramos sabido si interactuaban o no, porque el interior de la finca estaba blindado para la prensa. Incluso hubieran podido acceder al lugar por una puerta secreta, pero quisieron hacerlo por donde estaban los fotógrafos ¡luz y taquígrafos! ¡Los hermanos unidos, una piña, como en los viejos tiempos! Y, otro gesto deliberado, la advertencia sin palabras…

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Letizia, alegre en París

¿Todos? No, todos no... A mil doscientos kilómetros de allí la reina Letizia asistía a los Juegos Paralímpicos de París apoyando a los deportistas españoles con entusiasmo. La tarde del sábado concretamente tocaba animar en el Estadio de Francia al equipo de taekwondo y atletismo. Alegre, participativa, expresiva, cariñosa, muy juvenil sencillamente vestida con el chándal de la selección... pero sola. Totalmente sola.
 

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