El hecho de que Carlos de Inglaterra haya dado positivo en coronavirus ha hecho que salten las alarmas en torno a Isabel II. Hace unos días la reina de Inglaterra se trasladó a su casa de Windsor junto a su marido Felipe de Edimburgo para pasar allí el confinamiento. De esta forma buscó un lugar más seguro, alejado del ajetreo Buckingham Palace, para evitar la mayoría de riesgos posibles. Pero aún así, han surgido algunas noticias que hacen que la preocupación por ella haya aumentado.
La principal es el positivo en COVID-19 de su hijo Carlos. Uno de los posibles focos de infección del padre de los príncipes Guillermo y Harry fue el encuentro que mantuvo con Alberto de Mónaco el pasado 10 de marzo. Hace unos días se conoció la noticia de que Alberto está infectado por coronavirus y ahora que Carlos también sufre el virus, se ha relacionado el encuentro entre ambos con su situación. Lo que afecta a Isabel II en todo esto es que su último contacto con su hijo Carlos fue el 12 de marzo, después del encuentro de este con el hermano de Carolina y Estefanía de Mónaco.
Además no ha sido la única persona infectada con la que la reina de Inglaterra ha tenido contacto en los últimos días. Antes de dejar Buckingham Palace la monarca tuvo contacto con una de sus trabajadoras, que también está infectada.
El que no ha tenido contacto con el príncipe Carlos ni con esta trabajadora es Felipe de Edimburgo. Pero el hecho de que ahora se encuentre en Windsor junto a su mujer, ha hecho que con él también se extremen las precauciones. La reina y su marido tienen 93 y 98 años respectivamente, y por tanto pertenecen al grupo de riesgo. Desde Buckingham Palace han querido tranquilizar asegurando que de momento la soberana goza de buena salud. Todavía no se le ha hecho la prueba para detectar si está o no afectada por el virus, pero mantiene contacto diario con su equipo de médicos y está llevando a cabo todas las medidas que puede para evitar contagiarse.