Dos expertas en Casa Real revelan los motivos detrás de la preocupante soledad de la reina Sofía

Las últimas imágenes de la reina Sofía, en el funeral de su tío abuelo en Grecia, han vuelto a hacer saltar las alarmas por la tristeza y la soledad que arrastra

JC
José Confuso

Director digital de Lecturas

Reina Sofía
GTRES

La soledad de la reina. Lo escribió Pilar Eyre en el que es, sin duda, el libro más prolijo y exitoso sobre la figura de la reina Sofía. La esposa de Juan Carlos I reaparecía esta misma semana en el funeral de su tío abuelo Miguel en Grecia. A su lado, parte de su familia comenzando por su hermana Irene de Grecia. La muerte de Costantino y la enfermedad que arrastra Irene ha dejado a la reina Sofía muy afectada. Se nota en cada gesto, en cada aparición. Acostumbrada a las cámaras y a fingir una normalidad por fuera que no existe por dentro, la reina sonríe y ejercer de profesional pero llega un momento que acaba siendo traicionada.

Se ha escrito mucho sobre la reina Sofía. La vida algo más que disoluta del rey emérito ha condicionado una existencia que se ha centrado en la Corona. La figura de su hijo Felipe, heredero entonces y rey ahora, ha sido su principal cometido. Sus hijas Elena y Cristina pasaban a un segundo plano en cuanto nacía el que iba a ser llamado a jefe de Estado. La reina emérita siempre ha estado al lado de su hijo, para lo bueno, también para lo tan bueno. Ahora, arropada únicamente por su hermana y con sus familia cada vez más lejos, se enfrenta a un presente complicado.

La soledad de la reina Sofía

Han sido muy pocas las personas que han estado al lado de la reina Sofía a lo largo de su dilatada trayectoria como reina. De hecho, siempre ha seguido la máxima de que los reyes no tienes amistades. La Corona va por encima de todo. Sofía se refugiaba en su hermana Irene, su única confidente inquebrantable. La hermana de la reina se trasladaba a vivir con ella y ahí permanece. Incluso se construyó un espacio particular en Zarzuela para que Irene de Grecia pudiese sentirse como en casa.

La vida completamente separada de su marido hacía que la reina Sofía se fuese quedando aislada. Los rumores sobre sus constantes visitas a Londres, lugar en el que ha sido feliz, han permanecido en el tiempo. Sus hijas Elena y Cristina se casaban y abandonaban el nido. Su hijo Felipe se centraba en su preparación hasta que llegaba Letizia y pasaba por el altar. Los reyes eméritos dejaban el trono y la soledad de la reina Sofía se hacía cada vez más patente.

Ahora, a los 85 años, tan solo la vemos acompañada por su hermana y, en contadas ocasiones, por sus hijas. Elena y Cristina parecen haberse turnado las obligaciones para con sus padres. Mientras es la mayor quien recibe al rey Juan Carlos cuando vuelve a España, es la mediana la que ha querido estar más veces con su madre. Las obligaciones del cargo hacen que el rey Felipe pueda dedicar mucho menos tiempo al cuidado de la reina Sofía. Tampoco es que las rencillas familiares lo hayan puesto fácil.

El dolor por la muerte de Constantino y la enfermedad de Irene de Grecia

"Pobrecita. Me da muchísima pena. Sé que se está quedando muy sola (más de lo que ha estado durante décadas, que era mucho)”. Escribe Ana Polo, experta en Casa Real y autora de diversas biografías sobre figuras clave en la realeza. “Algún día este país le debería reconocer la excelente reina que ha sido”. El comentario llegaba con las últimas apariciones de la reina Sofía. Las malas noticias familiares que le rodean se notan cada vez más.

El fallecimiento de Constantino de Grecia dejaba a la reina emérita desolada. Su hermano fue uno de sus grandes pilares. Su relación tanto con Constantino como con su mujer, Ana María, ha sido cómplice y cercana. Sofía viajaba a Grecia para preparar todo lo relacionado con el funeral de su hermano. De hecho, optaba por quedarse más tiempo para acompañar a la viuda y a sus hijos. Constantino recibía, de forma póstuma, casi honores de rey en el país que le expulsó.

Paralelamente, la salud de Irene de Grecia se deterioraba. La hermana de la reina Sofía ya no abandona la silla de ruedas. Irene se encuentra aquejada del mal del olvido y su estado es delicado. No es obstáculo, eso sí, para acompañar a su hermana en viajes incluso al extranjero. Irene también acudía a Grecia esta misma semana para despedir a su tío abuelo Miguel.

La que ha sido la gran compañía de la reina emérita requiere ahora sus cuidados. Sofía se centra en su familia aunque no descuida los actos a los que acude como representante de la Casa Real. Fuera del círculo de los reyes y sus hijas es la única que todavía ejerce funciones y es aplaudida en sus apariciones.

La reina Sofia no tiene ni amigas ni confidentes

Pilar Eyre desgranaba la realidad sobre la reina Sofía en su biografía. Una gran desconocida para los ciudadanos a pesar de haberla visto de forma constante durante décadas. “No tiene ni amigas ni confidentes”, explicaba en una entrevista promocional de ‘La soledad de la reina’. Y es que el círculo en el que se ha movido la reina Sofía ha sido preocupantemente escaso.

Es fácil conocer las amistades fieles de la reina Letizia. La hoy esposa de Felipe VI mantiene a su lado amigos provenientes de su etapa como estudiante de periodismo, de sus diversos trabajos en televisión y de las muchas aficiones de las que presume habitualmente. Personas que permanecen a su lado y que guardan silencio cuando se les pregunta sobre la reina. Escuderas fieles con las que departir y sincerarse. Pero, ¿y la reina Sofía?

La emérita tan solo ha confiado en su hermana Irene de Grecia y en su prima Tatiana Radziwill. Prima hermana de su padre, el rey Pablo de Grecia, Tatiana y su marido son los únicos fuera del círculo más cercano de su familia con los que hemos podido ver a la reina. Sin ir más lejos, el verano pasado aparecieron en una de las habituales salidas que la Casa Real hace durante su estancia en Palma de Mallorca. Ahí termina todo. El personal de Zarzuela o sus secretarios personales han sido personas de su confianza, sí, pero no amistades. La reina se apoya en sus hijas y su hermana cuando los años pasan. Y cada vez su soledad es más acuciante.