Delphine Boël, hija reconocida de Alberto II de Bélgica, tendrá que esperar para disfrutar de su herencia

Tras reconocerse la paternidad de la escultora, el proceso judicial se ha paralizado con motivo de la crisis sanitaria, por lo que por el momento tampoco podrá utilizar los apellidos de la Familia Real

Actualizado a 3 de junio de 2020, 19:28

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Hace un año, en mayo de 2019, la Corte de Apelación de Bruselas ordenaba a Alberto de Bélgica que se practicase una prueba de ADN para cotejar la información genética que aclararía la paternidad de Delphine Böel. Los esperados resultados salían a la luz el pasado mes de enero con un veredicto de lo más interesante.

A sus 51 años de edad, la escultora que reclama desde finales de los 90 ser su hija ilegítima, finalmente y a través de un comunicado oficial que llegaba por parte del abogado del exsoberano, Alain Berenboom, era reconocida por el que fue rey de los belgas y, por lo tanto, se convertía en hermana del actual monarca, Felipe de Bélgica.

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Sin embargo, el proceso judicial aún no ha acabado. A pesar de que estaba previsto que se zanjase este mismo jueves, se ha tenido que aplazar hasta el próximo 10 de septiembre a causa de la crisis sanitaria mundial. Una cita en Tribunales de la que los resultados son más que evidentes: con las pruebas positivas de ADN y el reconocimiento por parte del esposo de Paola de Bélgica, no cabe duda de que Delphine Boël obtendrá la razón en el caso.

Esta situación perjudica a la artista que, hasta que no se cierre el asunto, no podrá utilizar el apellido de la familia real, Sajonia-Coburgo-Gotha, al que tiene derecho cuando sea anunciada la sentencia, así como no tendrá acceso a la herencia, que sería un cuarto -uno correspondiente a cada hijo- de las tres cuartas partes obligatorias para los descendientes.

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En el caso de que Alberto II así lo decidiera, ​Delphine podría recibir algo de lo que corresponde a la parte de libre disposición, algo poco probable teniendo en cuenta la estrategia que los exsoberanos llevaron a cabo para evitar que la recién reconocida hija disfrutase de su parte correspondiente.

Tampoco tendrá derecho ni al título de princesa ni al tratamiento de Alteza Real, ni mucho menos a un puesto en la línea de sucesión al trono, derechos que corresponden únicamente a los hijos y descendientes del rey y la reina. Unos beneficios de los que ella misma declaraba no tener mayor interés.

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