El pasado 20 de enero Iker Casillas sopló las 43 velas. Y si hay algo que ha trascendido de este momento es el cambio de look del portero, que se ha cortado el pelo al cero, o quizá se ha implantado pelo, que es otra de las opciones que se barajan en los miles de comentarios que acumuló la publicación en cuestión de minutos. Este hecho ha acaparado titulares y memes por doquier, pero ha alejado el foco de la que fue la gran fiesta de celebración de este cumpleaños.
Que fue la que tuvo lugar durante el fin de semana anterior, entre los días 17 y 19 de mayor en su pueblo, Navalacruz (Ávila). Allí ya son una tradición las llamadas fiestas de mayo, que comenzaron siendo una tarde de celebración por el cumple del futbolista que corría a su cargo y ha ido evolucionando hasta unas jornadas culturales que contemplan un fin de semana entero de fiesta y que está bien marcado en el calendario de todos los habitantes del pueblo y de los de los pueblos de alrededor, que siempre se unen a un plan que rompe con la monotonía de la vida por allí.
Este año la temática ha sido la feria de abril, el flamenco. Las calles del pueblo se han convertido en el albero de el Real y los volantes, los lunares y las flores han sido la constante de la vestimenta del pueblo abulense. Ha habido talleres y juegos para niños y además de la temática flamenca, el sábado disfrutaron de la orquesta Kmaleon, que amenizó la noche con música en directo en la plaza del pueblo hasta altas horas de la madrugada. Y esa fue, quizá, una de las partes de la celebración que más disfrutó Iker, que se hizo fotos con los integrantes de la banda, que aprovecharon para agradecerle el estar allí, y con todas las personas que se acercaron a saludarle.
Y eso que es algo que de forma habitual a Iker no le gusta, y quizá una de las razones por las que más disfruta estando en su pueblo, junto a los suyos, porque allí, a excepción de alguien que de manera puntual haya venido de fuera, lo normal es que nadie le pida fotos, y él sea uno más, con su pandilla de amigos de toda la vida, que va muchos fines de semana y veranos igual que lo hace él, y con los que comparte rutas por el monte, partidos de pádel, aperitivos, partidas de mus, y por supuesto fiestas.
Hace años que esta esperada celebración corre de su cuenta, y no tantos que tiene una temática cultural. En 2023, los habitantes de su pueblo y alrededores se convirtieron en egipcios. Las fiestas patronales del pueblo son en septiembre, en honor a la Virgen de las Longueras, y también son muy bien acogidas por los suyos, que ahora se sienten unos afortunados por tener dos momentos al año para celebrar, estar juntos y disfrutar.
E Iker tiene la oportunidad de agradecer a los suyos el apoyo incondicional que le brindan, porque en su tierra siempre se ha sentido muy querido, y es el lugar donde se refugia cuando necesita, apoyo o sencillamente calma y sosiego. Algo que en los últimos años ha pasado en varias ocasiones, pues quizá han sido los más convulsos de su vida. Hace ahora cinco que sufrió un ictus que le llevó a terminar por retirarse de la primera línea del fútbol y explorar nuevas opciones para seguir vinculado al deporte, pero sin jugar. Y por supuesto ha tenido lugar su divorcio de Sara Carbonero, la madre de sus hijos, y aunque ahora parece que entre ellos reina la armonía, romper una vida en común con alguien nunca es sencillo. De manera que Iker llega a los 43 tras haber vivido muchos cambios, pero en el lugar en qué, desde pequeño, siempre encontró la paz.