Adriana Abenia ha estrenado blog y lo ha hecho con un post que no puede ser más personal. En él ha relatado, con toda la humanidad que la caracteriza, cómo vivió cuando le detectaron un tumor en el cuello, que le fue intervenido de urgencia el pasado marzo.
“Hasta hace poco tenía la sensación de ser invencible. Pero un intruso, que desde luego no era bienvenido, se alojaba en mi cuello empujando la tráquea”. Así arrancaba su historia, la más complicada de todas las que nos ha contado, pero también la más esperanzadora y repleta de gratitud e ilusión. La mañica asegura que todo comenzó con unas ecografías y un PAAF, en el que su médico descubrió un bulto que no le gustó en absoluto. Así que, y como no había tiempo que perder, la rubia pasó por quirófano para que le extrajeran ese ‘huesped’ indeseado. En todo momento, la presentadora estuvo respaldada por su familia: su madre, su padre, su hermana, y, claro, Sergio, su marido, con el que se casó el diciembre pasado. “Solo les pedí sólo una cosa: que cuando subiera a planta me recibieran con aplausos y regalos”.
Dice que cuando se despidió de ellos, antes de ser conducida a quirófano, hizo la señal de la victoria con los dedos, la misma que ahora vuelve a realizar al haber recuperado su voz. Porque sí, la secuela que le dejó la intervención fue la pérdida de su medio de trabajo, y para ella fue como si le arrancasen la misma vida. Es más, los médicos no le garantizaban 100% que pudiera volver a hablar, pero un mes más tarde lo ha conseguido.
La operación fue larga. Pasó cuatro horas dormida, mientras los doctores hacían su trabajo y luchaban por ‘desahuciar’ al maldito inquilino del cuerpo de Adriana. Después llegó la convalecencia, en la que ha pasado mucho tiempo en casa, sin poder hablar con nadie para no forzar la voz. Entre las recomendaciones que le hicieron, también estaba la de no llorar, y, reconoce, que lo llevaba regular, tras haber pasado por un momento tan duro como ese. Suerte que su marido se encargó de ello, revelándose como un compañero fiel que jamás la abandonará en los malos momentos.
Ahora ella no puede más que repetir “qué se muera lo feo”, como reza su primer post, y hacer sin parar la señal de la victoria con los dedos. ¡Eres una campeona, Adriana! Y sí, nosotros también lo gritamos sin parar.