El concurso de Kike Calleja (42 años) llegaba a su fin el pasado domingo. Hace dos semanas que fue el expulsado pero había conseguido desbancar a Lorena Morlote como habitante de Playa Limbo, el lugar que le concedió una segunda oportunidad que ha sabido aprovechar. Ahora ha sido Arantxa del Sol la que ha hecho lo propio con él, mandándolo de manera definitiva a España y poniendo fin a su aventura en ‘Supervivientes 2024’.
Pero antes de regresar a nuestro país todos los participantes tienen que cumplir con uno de los rituales que más gustan a la audiencia. Se trata de ese momento tan ansiado y esperado de verse ante un espejo. De esta manera pueden ver su imagen tras mucho tiempo sin poder hacerlo. En el caso del periodista hacía justamente un mes, que es lo que la audiencia le ha permitido concursar en Honduras.
La impagable reacción de Kike Calleja al verse en el espejo
Al abandonar el reality, el marido de Raquel Abad ha podido disfrutar de uno de esos momentos que el programa emite para poder comprobar cuáles son las reacciones de los concursantes al ver lo mucho que ha cambiado su aspecto físico. Kike ya se mostraba nervioso justo antes de este ansiado momento, ya que quería ser consciente de los cambios que le había provocado en su cuerpo la estancia en Honduras.
“Nunca he estado tanto tiempo sin verme, estoy hasta nervioso”, comenzaba diciendo el periodista. Además, se ha dispuesto delante del espejo, el cual se va destapando lentamente de abajo hacia arriba. Es decir, primero se ve las piernas y va subiendo hasta la cabeza. “De tripa he perdido muchísimo”, decía al apretarse en dicha zona mientras se miraba fijamente viendo la cantidad de kilos que había perdido.
Pero al llegar a la cara ha sido lo que más le ha sorprendido al colaborador de televisión. “Ostras la barba y el pelo. Si parece que me he echado 30 años encima”, expresaba con mucho asombro. En ese momento se miraba fijamente e incluso se acercaba al espejo para ser consciente de lo que estaba viendo. “Es que he perdido un montón, se me marcan hasta las costillas, al dormir se me clavaban”, añadía a la vez que continuaba mirándose.
Los comentarios de Calleja no han acabado aquí. No podía despegar la mirada del espejo y se ha percatado de un detalle que seguro no le va a hacer nada de gracia a su mujer, Raquel Abad, a la que ha mencionado en reiteradas ocasiones en el reality. “El culo lo he perdido entero, con lo que le gusta a Raquel cogerme el culo”, explicaba. Mientras tanto, trataba de buscarle el lado positivo a todo. “Eso sí, estoy morenísimo que me gusta”, zanjaba.
La primera ducha de Kike calleja tras ‘Supervivientes 2024’
El siguiente momento que ha podido vivir el último expulsado ha sido el de la ducha. Se trata de uno de los aspectos que más valoran los participantes tras estar gran cantidad de días sin poder darse una ducha en condiciones, ya que únicamente tienen derecho a determinados aspectos de la higiene pero las duchas son en la playa y con agua salada, algo que no terminar de limpiar el cuerpo según comentan los concursantes a su salida.
“Madre mía, un mes después veo un baño y una ducha”, expresaba Kike mientras se acercaba para abrir el grifo y dejar caer el agua sobre su cuerpo. “Estoy hasta nervioso. Agua dulce”, exclamaba el periodista al poder tocar el agua. “¡Qué bien huele, qué gozada después de un mes quitarme la roña! Huelo hasta bien. Ahora mismo soy una persona feliz”, entonaba mientras se frotaba con el gel fuertemente.
La primera comida de Kike calleja tras ‘Supervivientes 2024’
Otro momento que recordará para siempre será el de poder disfrutar de la comida sin tener que compartirla con sus compañeros ni racionalizarla. Calleja se ha sentado en la mesa para poder gozar de una buena comida y poner fin a su mes de hambre. “Me lo comería todo. En la vida he pasado tanta hambre”, desvelaba el periodista mientras miraba todos los platos sin saber muy bien por dónde empezar.
“Ver tanta comida de repente... no saber por dónde empezar y tener hambre de todo, es una sensación...”, intentaba explicar a las cámaras. En ese momento comenzaba a disfrutar de la comida y cerraba los ojos para poder disfrutarla aún más. “Qué bueno. Qué rico todo. Ya no voy a decir nada más. El resto lo diré en plató, que quiero comer todo tranquilamente”, expresaba. De este modo, ha puesto fin a su aventura y ha retomado los pequeños placeres cotidianos que seguro ahora valora más tras haber pasado un mes privado de ellos y en condiciones totalmente extremas.