La amenaza de abandono de Elvira en 'First Dates' al conocer al gaiteiro de Pontevedra: "A mí duchaditos una o dos veces al día"

Negarse a conocer a una persona por su aspecto físico puede ser un gran error. Quizá no sea tu, tipo pero nunca se sabe si puede llegar a conquistar tu corazón. Hay que darse la oportunidad de conocerlo. Enrique (74 años), un cocinero jubilado de Pontevedra, no ha tenido esa suerte. Ha llegado al restaurante del dating show acompañado por su grupo de gaitas por si necesita consejo o para cubrirse las espaldas "por si hay que salir huyendo".

"En el amor soy muy cariñoso, pero no tanto como un osito pese a mi barba que llevo ocho o nueve años sin afeitarme", ha confesado a Carlos Sobera sobre ese aspecto entre desaliñado y moderno que a él tanto le encanta. Su cita no lo ha encajado nada bien.

Busca una mujer "que sea más o menos guapa, educada, comprensible…". En Elvira (69 años), una dependienta jubilada de Vigo, no ha encontrado esas características. Ha sido recibida con el sonido propio de los gallegos. Le ha parecido un bonito detalle. Sin embargo, su cara al ver quién era su cita ha cambiado por completo. "¡Madre mía!", ha espetado a las cámaras de ‘First Dates’ parasafreando a Stepheny de 'La isla de las tentaciones'. "No me imaginaba que pudiera ser él. A mí duchaditos una o dos veces al día", ha añadido.

Que ambos sean gallegos originarios de Vigo, que hayan elegido la boina como complemento y que al escuchar la gaita se asome su morriña no ha sido suficiente para Elvira. Enrique no es su prototipo de persona. "Esa barba es horrible", ha reiterado.

Él no le ha hecho ascos aunque, con el paso de la cita, se ha ido dando cuenta de algunos detalles que no le han gustado. "Elvira me gusta, tiene buen cuerpo y tiene el detalle de la gorra como la llevo yo", ha comentado a las cámaras de ‘First Dates'. Lo ha dicho antes de que Elvira confesase que, aunque la música gallega le gusta, no es lo que escucha habitualmente: "Es nuestro folklore y que no muera y estas personas hacen un gran trabajo, que encantada pero eso, no es lo mío. No soy de romería, de pandereta, yo no. A mí me gusta otro tipo de música, la música disco, ir a la discoteca, bailar…".

Ha sido entonces cuando Enrique se ha percatado de la sorna con la que lo ha dicho. "A lo mejor es un poco estirada para mi forma de ver pero bueno ella está acostumbrada a otro tipo de música y lo tengo que respetar", ha confesado.

A partir de este punto de la cita, la cena se ha convertido en un zasca tras otro. Se han dedicado a buscar las cosas que les desunen y no lo contrario. No han sabido templar gaitas antes de terminar la velada y no se han puesto de acuerdo en nada. Solo en una cosa: en decir ‘no’ a un segundo encuentro. "No hemos coincidido en nada, no somos compatibles. Lo siento o sin sentirlo, es lo que hay, ya lo viste en la cena", ha dicho Elvira. Con toda la educación del mundo, Enrique se ha intentado despedir como Dios manda con dos besos, pero su cita le ha hecho una cobra muy disimulada y le ha cortado con un "que te vaya bonito, Enrique".