El abogado del amor, entre la espada y la pared en ‘First Dates': "Tiene que aprender un poco, se tiene que esforzar"

La cita entre Lidia e Íñigo no ha empezado con buen pie. Ella es directora de ventas de una bodega de La Rioja y a él no le gusta el vino

Lorena López
Lorena López

Periodista especializada en corazón y televisión

First Dates
Mediaset

Depositar tu felicidad en los demás es un error muy común. Nunca hay que dejar eso en manos de nadie que no sea uno mismo porque, por mucho que te quierattu pareja, es algo que te corresponde únicamente a ti. Cambiar ese aspecto de tu vida no es fácil pero sí se consigue, pueden llegar citas tan bonitas como la vivida este jueves en ‘First Dates’. Íñigo (54 años) ha sufrido mucho por amor al tener que divorciarse de su mujer en el año 2012. Eso le ha hecho que ahora sea más precavido y desconfiado con el género opuesto, pero tiene ganas de encontrar a alguien que le devuelva la ilusión. Curiosamente se le conoce como el "abogado del amor" porque es letrado de familia y se dedica a llevar divorcios y herencias en Bilbao.

Cargada con una botella de vino de la bodega en la que trabaja y con una sonrisa de oreja a oreja, Lidia (53 años), una directora de ventas de Logroño, ha entrado por la puerta del restaurante dispuesta a encontrar a ese hombre que le devuelva la felicidad. Como a su cita, no le ha ido nada bien en el amor. "Creo que he sido la máxima responsable porque siempre he depositado mi felicidad en manos de los demás", ha reconocido a las cámaras de 'First Dates'. Pero con los años ha cambiado y ha aprendido a quitarle dramatismo a las cosas. "Si se van, hay que dejarlos ir y dar gracias por lo que nos han aportado y que te vaya bonito", ha dicho. 

La primera impresión no ha sido del todo buena porque, además de darle una vibra un poco oscura, ha tenido la mala pata de que a Íñigo no le gusta el vino. "No bebo vino. Solo bebo té negro y agua", le ha reconocido, admitiendo a cámara que le iba a mandar por saco por eso. Lidia lo ha intentado cuando ha venido Laura Boado a la mesa para servirles el Rioja. 

"Pon un poquito a él, al menos para que quede bonito. Pon en las dos copas y por lo menos olerlo", le ha dicho. Ante esto, él ha confesado a las cámaras de ‘First Dates’ que le ha hecho una faena: "Vive en La Rioja y se dedica a vender vinos. Me ha regalado una botella para compartir y no bebo. Ni con una espada incandescente en la garganta, me hace beber a mí un vaso. Ni un café ni nada, no bebo esas cosas".

"Lo siento, pero tienes que brindar", ha seguido intentado ella. "Es una pega. No me puedo ir contigo de vinos por el casco antiguo de Bilbao. ¿Tú que bebes? ¿Mostos? ¿Y con el té negro luego no estás histérico?", ha añadido. Lidia ha opinado, además, que tiene que dejar atrás esa faceta de seriote: "Tiene que sonreír más y eso para mí sí que es muy importante. Soy una mujer que se enamora de sonrisas. La sonrisa te eleva la energía y te da luz. ¿Qué cuesta? Tiene que aprender un poco, se tiene que esforzar".

Menos mal que la cita ha ido mejorando con el transcurso de la cena y la sonrisa ha ido apareciendo en la cara de Íñigo al ir cogiendo soltura y confianza. Al final, ha terminado conquistándola. "Soy una mujer que siempre me he fijado mucho en el exterior y a lo mejor tengo que mirar más adentro. Me voy a dar la oportunidad de conocerlo. Es como una cebolla con muchas capas aunque la comparación no es nada romántica", ha admitido a las cámaras de ‘First Dates’. Después de demostrar sus dotes en el karaoke, uno y otro no han dudado en decir ‘sí’ a una segunda cita para conocerse mejor.