Martin Seligman, 82 años y padre de la psicología positiva: "El secreto de la resiliencia no es evitar el estrés, sino aprender a interpretarlo y manejarlo de manera constructiva"

¿Sientes que el estrés puede contigo? ¿Qué te cuesta seguir adelante porque los problemas se te acumulan? Entonces toma buena nota, porque el experto en psicología positiva, Martin Seligman, tiene la clave para hacer que el estrés se convierta en resiliencia.

Celia Pérez
Celia Pérez León

Periodista especializada en lifestyle y cultura

Martin Seligman
@martin.seligman

En el mundo moderno, parar parece imposible. El estrés se ha convertido en la banda sonora de nuestras vidas. Suena constantemente, a veces más suave, otras con mayor intensidad, pero está siempre ahí. Corremos para cumplir plazos, nos exigimos estar bien todo el tiempo, nos sentimos culpables cuando no llegamos a cumplir con nuestras irreales expectativas. Y cuando todo se complica, buscamos desesperadamente una salida rápida. ¿Será que necesitamos apagarlo todo, hacer borrón y cuenta nueva, y escapar de la presión?

Martin Seligman, el psicólogo que revolucionó la forma de entender el bienestar, tiene una idea algo diferente. A sus 82 años y con una trayectoria que ha marcado a generaciones de profesionales, el experto asegura que el secreto de la resiliencia, esa cualidad esencial para una vida plan, no está en evitar el estrés, sino en aprender a interpretarlo y manejarlo de forma constructiva. Porque el problema no es lo que nos pasa, sino cómo lo interpretamos.

La indefensión aprendida

En los años 60, Seligman y su colega Steven Maier, llevaron a cabo una serie de estudios que hoy son considerados pioneros. En ellos, observaron que cuando un animal era sometido a una situación negativa que no podía controlar, dejaba de intentar escapar, incluso cuando más tarde tenía la posibilidad de hacerlo. En el experimento usaban descargas eléctricas aleatorias, pero en la vida diaria bien podríamos aplicarlo a tantísimas cosas que nos generan estrés.

Los animales (porque no podemos olvidar que es lo que somos, en esencia) aprendemos que nada de lo que podamos hacer cambiará una realidad que hemos asumido como inevitable. Es lo que Seligman llamó indefensión aprendida.

Con años, el psicólogo empezó a ver paralelismo entre otras especies menos evolucionadas y los seres humanos. Nosotros también caemos en la indefensión aprendida. Cuando sentimos que algo que no podemos controlar nos hace daño, caemos en la pasividad, la tristeza y la resignación. Y fue entonces cuando se hizo la pregunta que lo cambiaria todo: ¿qué diferencia a las personas que se hunden ante la adversidad de aquellas que siguen adelante?

El optimismo aprendido

Las investigaciones de Seligman llevaron a un importante hallazgo: la diferencia clave entre quienes se rinden y quienes salen adelante está en la forma en la que interpretan los eventos negativos.

Por ejemplo, quienes se culpan de una forma global y permanente, con frases como “soy un desastre” o “nunca hago nada bien” tienden a hundirse en la indefensión aprendida. Por otro lado, quienes ven el obstáculo como algo puntual y superable, y se dicen a sí mismos “esto no ha salido como esperaba, pero puedo aprender”, salen adelante.

Así nació otro concepto clave: el optimismo aprendido. Para Seligman, el optimismo no es una cualidad innata ni una visión ingenua de la vida. Es una habilidad que se puede entrenar, pero hacerlo, no significa negar el dolor. El optimismo consiste en elegir la forma más constructiva de responder al sufrimiento.

Para ello, el experto nos propone nuevos modelos de pensamiento, como el modelo ABC: Adversidad, Creencia, Consecuencia. Este nos dice que, ante cualquier dificultad, son nuestras creencias sobre lo que ha pasado lo que determina cómo nos sentimos y actuamos. Si logramos cambiar la creencia, cambiaremos la emoción.

Las tres “P” que sabotean tu resiliencia

El modelo de Seligman, apuesta, en definitiva, por un modelo que convierta las dificultades en resiliencia. Porque, como él mismo asegura, “el secreto de la resiliencia no es evitar el estrés, sino aprender a interpretarlo y manejarlo de manera constructiva”. Es decir, el problema no está en el estrés ni en los obstáculos que lo producen. Al fin y al cabo, el estrés es solo el resultado de que midamos los desafíos que se nos presentan como demasiado grandes para nuestras herramientas y habilidades.

En este sentido, Seligman nos advierte de tres grandes trampas que nos hacen caer en las redes del estrés. Y todas ellas, se encuentran en nuestra mente:

  • Personalización. La primera trampa es la tendencia a culparse por todo lo malo que sucede. Quienes viven sofocados de estrés, no son capaces de identificar que hay cosas que no pueden arreglar. En cambio, las personas resilientes son capaces de distinguir entre responsabilidad propia y factores externos, lo que mejora considerablemente el diálogo interno.
  • Propagación u Omnipresencia. Esta creencia nos dice que un solo problema puede contaminar todos los aspectos de tu vida. Y no es cierto. Si te despiden, sigues teniendo la capacidad de disfrutar de otros muchos aspectos de tu vida. Sí, es estresante no tener trabajo, pero pensar que esto va a arruinar el resto de tu vida, tanto en el presente como en el futuro, te sumirá en la indefensión aprendida.
  • Permanencia. Por último, no podemos caer en la trama de pensar que el dolor o el fracaso al que nos enfrentamos durará para siempre. Porque en este mundo, casi nada es eterno, y entender eso es esencial para recuperar la esperanza.

Como construir la resiliencia y reducir el estrés según la psicología positiva

La resiliencia no es solo cuestión de mentalidad. Lidiar con el estrés y volvernos emocionalmente resilientes pasa por llevar a cabo acciones concretas que den sentido, conexión y propósito a nuestra vida. Por eso, Seligman desarrolló su famoso método PERMA, que identifica los cinco pilares del bienestar. Si los trabajas en tu día a día, empezarás a sentirte mejor y el estrés dejará de ser tu principal problema.

  • Emoción positiva. Consiste en fomentar la gratitud, la alegría y la serenidad, así como otras emociones positivas, incluso en los días grises.
  • Compromiso. Dedica tiempo a actividades que te absorban, que te hagan sentir viva, como tocar un instrumento o practicar deporte.
  • Relaciones. Cuidar de tus vínculos familiares puede ayudarte a sentirte más feliz y apoyada.
  • Sentido. Hacer cosas que te conecten con tus valores te ayudará a sentirte de algo más grande.
  • Logros. Por último, Seligman nos recomienda marcarnos metas alcanzables, y celebrar nuestros avances por pequeños que sean.