Los expertos en ciencia han estimado que la temperatura ideal para dormir oscila entre los 18ºC y los 21ºC. Según sus estudios, tanto por encima como por debajo de estos límites llegan los primeros problemas para conciliar el sueño. Aun así, existe una peculiar tradición conocida como la 'siesta nórdica' que resulta sorprendente para la mayoría excepto para tres países en concreto. En Noruega, Suecia y Finlandia los recién nacidos duermen al aire libre a -5ºC por un motivo beneficioso para su salud.
El origen de la 'siesta nórdica' data del siglo XIX
Tanto el calor como el frío extremo son dos de los principales enemigos del sueño para la mayoría. La ciencia ha demostrado que la temperatura de la habitación en la que nos vamos a dormir tiene un gran impacto sobre la calidad del sueño. Por este motivo, los termómetros de los cuartos normalmente no superan los 24ºC ni están por debajo de los 12ºC. De lo contrario, la mayoría siente inquietud o dificultad para conciliar el sueño. Esta es la realidad de los países meridionales. Sin embargo, la situación en lugares como Noruega, Suecia y Finlandia es totalmente distinta. En estos países existe una llamativa tradición conocida como la 'siesta nórdica' con la peculiaridad de que los bebés duermen al aire libre bajo -5ºC.
Los padres que llevan a cabo esta curiosa costumbre dejan a sus recién nacidos en la puerta de un restaurante o de una cafería mientras que ellos descansan en el interior de los locales. Aunque para muchos esta conducta puede resultar atroz, lo cierto es que no es dañina para los más pequeños. Es cierto que los bebés se enfrentan a bajas temperaturas, aunque sus padres los preparan antes adecuadamente para su vida no corra peligro alguno. Los menores que duermen la siesta nórdica al aire libre visten ropa de lana y sacos de dormir muy calientes que los mantienen bien abrigados y alejados del frío. Además, los padres de estos menores se encargan de que sus carros estén bien protegidos del viento, la nieve o la lluvia con el objetivo de que los pequeños descansen sin padecer molestias.
Quienes practican esta tradición aseguran que el aire fresco es beneficioso para el sistema inmunológico de los pequeños y reduce el riesgo de padecer resfriados u otras enfermedades derivadas. Por el contrario, los espacios cerrados son más propensos a contener virus y bacterias que tienden a acumularse si no se airean adecuadamente. Los fanáticos de esta costumbre también defienden que los bebés duermen mejor y durante más tiempo ya que evitan el sobrecalentamiento que si padecen en lugares cerrados.
Tampoco, la ciencia no se opone a esta práctica en el caso de los bebés. Varios estudios sugieren que los recién nacidos que duermen al aire libre podrían beneficiarse de un sueño más profundo y de una mejor salud respiratoria en el futuro. Además, estas mismas investigaciones señalan que los menores que practican la siesta al aire libre presentan una mayor calidad de sueño en comparación con España u otros países meridionales.
La 'siesta nórdica' a debate público
Aunque el conocimiento sobre esta tradición nórdica se ha extendido por todo el mundo gracias al uso de las redes sociales, lo cierto es tiene su origen en el siglo XIX. Desde entonces, esta actividad forma parte de la crianza de muchos nacidos en Noruega, Suecia y Finlandia, aunque no de todos ellos. Algunos vecinos de estos países nórdicos aseguran que no es una práctica obligatoria y que, de hecho, no todos someten a sus recién nacidos a temperaturas tan bajas. "Es opcional, no todas las familias lo hacen. Mi esposo es noruego y en nuestra familia no practicamos esto", señala una usuaria anónima en redes sociales.
En general, el movimiento sobre esta noticia en redes sociales ha despertado en otros países nórdicos la curiosidad por practicar esta tradición que se puede llevar a cabo incluso a -10ºC. Por otro lado, ha abierto un enorme debate entre los pocos se posicionan a favor y quienes se sitúan en contra de esta siesta. "¿Y si secuestran a los bebés?", es una de las preguntas más frecuentes que yace en redes sociales más allá de las cuestiones sobre la posibilidad de enfermar. En cualquier caso, los padres que practican esta tradición al igual que hicieron sus abuelos y tatarabuelos cuidan y protegen a los menores tanto del frío como de las amenazas para que su descanso sea óptimo.