El término 'jet lag social' puede resultarle muy familiar a muchos. Retrasar las comidas o incumplir con las horas de sueño necesarias son algunas de las consecuencias. Además, ligadas a esta tendencia pueden aparecer patologías como el estrés o la ansiedad.
Seguramente muchas de las personas que padecen 'jet lag social' ya están sufriendo otras consecuencias menos perceptibles y ni se han dado cuenta. El cansancio, la falta de concentración, el mal humor o, simplemente, el malestar general son algunas de ellas. Para evitarlo, debemos atender primero a las necesidades básicas que requiere el cuerpo y después aquellas relacionadas con el ocio o la vida social.
Qué es el 'jet lag social'
Anteponer otros planes a nuestras necesidades básicas es una tendencia cada vez más habitual, sin distinción entre jóvenes y adultos. Cuando una persona tiene que llevar a cabo demasiadas tareas en el día a día debe priorizar algunas de ellas. En la mayor parte de los casos son actividades relacionadas con el ocio las que se llevan a cabo antes. Como consecuencia, se trasladan a un segundo plano las actividades básicas como comer o dormir y que el cuerpo necesita para sobrevivir.
El efecto del jet lag influye habitualmente a aquellas personas que viajan de un país a otro con una gran diferencia horaria y en vuelos muy duraderos. Se produce entonces un atraso de las actividades cotidianas alterando el reloj biológico casi por completo. Algo similar es lo que caracteriza al llamado 'jet lag social'. Sustituir o retrasar actividades básicas por otras menos relevantes y la dificultad de compaginar la vida laboral con la social alteran nuestros horarios. Tal vez, dormir un día más tarde de lo habitual no cause ningún daño, pero cuando se convierte en una rutina es el momento en el que empiezan a aparecer los problemas.
Consecuencias del 'jet lag social'
Descansar y dormir es fundamental y tan necesario como cualquier actividad básica. Durante las horas de sueño, el cuerpo trabaja para conservar la salud mental y, también, física. Es el periodo de tiempo que emplea para regenerar y reparar nuestro organismo. Además, es una actividad con mucha importancia en los niños y los más jóvenes, ya que influye sobre su desarrollo y crecimiento.
La falta de sueño puede provocar ciertos problemas si se acumula con el tiempo. Surge entonces cansancio, apatía e incluso desmotivación. También puede ocasionar otras dificultades más graves como la falta de concentración, problemas de memoria, o la pérdida de la capacidad resolutiva. Afortunadamente, la deficiencia de sueño se manifiesta rápidamente porque reclama la necesidad de descansar, aunque no debemos dejar que llegue ese punto, ya que podría deteriorar nuestra salud.
También, posponer las comidas por priorizar otras actividades es más peligroso de lo que parece para nuestra salud. Por la noche, comer tarde no solo está relacionado con afecciones estomacales como la acidez, también con los problemas metabólicos o con trastornos del sueño. En general, comer a deshoras puede llegar a provocar mareos, fatiga, falta de concentración y en el peor de los casos sobrepeso, diabetes o gastritis. Para evitar cualquiera de estas afecciones, lo más recomendable es cumplir con las necesidades básicas que necesita nuestro cuerpo, aunque a veces no es nada fácil.
Tal vez, el 'jet lag social' es una consecuencia que interpone la rutina donde cada vez hay más actividades por hacer. A muchos adultos se les hace casi imposible llegar a tiempo a todas las tareas del día a las que se suman, también, las del cuidado de los hijos. Son los más pequeños de la casa quienes cada vez acuden a más actividades como academias de idiomas, deportes o actividades extraescolares. En definitiva, un día solo tiene 24 horas y las actividades a desarrollar en ese periodo de tiempo son limitadas, por lo que se deben ordenar según su verdadera importancia.