La reconocida psiquiatra Marian Rojas visitaba hace escasos meses el podcast de Mili Hadad, 'La Fórmula', aprovechando su visita a Buenos Aires, en Argentina, una parada en la que promocionaba su último libro, 'Recupera tu mente, reconquista tu vida' y en esa entrevista volvía a incidir en las pausas conscientes, los instantes de placer y cómo influye el exceso de cortisol y dopamina en nuestro cerebro, ya que nos lleva a un escenario peligroso, pero del que podemos salir si volvemos a activar "carreteras neuronales" esenciales, un concepto que ha explicado al detalle en su conversación del contenido de 'Infobae'. En su nueva publicación, la autora se pregunta "por qué nos hemos convertido en una sociedad tan frágil".
"Todo nos molesta, nos irrita, nos enferma y hay como una sensación de vulnerabilidad y de que queremos consumir rápidamente sin reflexionar sobre lo que consumimos, da igual si es comida, contenido, series, etc...", reflexiona la también escritora, que advierte de que "esto tiene consecuencias, porque no tenemos tiempo para frenar y reflexionar", así que ha explicado cómo llegamos a esa situación y de qué manera trabaja con sus pacientes para resetear lo necesario y no caer en esos riesgos durante un largo período de tiempo.
Los tres diagnósticos que hace Marian Rojas Estape en su tercer libro
En el tercer libro de Marian Rojas se abordan varios diagnósticos y el primero de ellos hace alusión a que "vivimos intoxicados de cortisol", una hormona que, explica, "se activa como alerta en momentos de supervivencia más física, cuando nos persigue un ladrón, por ejemplo", pero también en la "supervivencia emocional, como cuando nuestra pareja nos dice que tenemos que hablar" o la "profesional y económica", con el añadido de que puede aparecer cuando algo nos sucede y también cuando pensamos que puede ocurrir: "Esa intoxicación genera inflamación y la zona de mi cerebro que me ayuda a prestar atención se bloquea, no pensamos de forma adecuada y simplemente queremos sobrevivir".
El segundo hace referencia a la dopamina, que "es una hormona buena", al igual que ocurre con la anterior, ya que son necesarias para activar "los dos mecanismos básicos para la supervivencia", pero el problema, como ya recogíamos en Lecturas cuando nos hacíamos eco de uno de sus últimos vídeos en 'Instagram', llega cuando "consumimos para esquivar el dolor y no por placer": "Es fundamental que haya placer, porque nosotros hacemos las cosas porque existe un placer al hacerlas y repetimos lo que nos gusta, ya que el cerebro tiende a repetir lo que nos calma o nos excita, pero lo que pasa es que este sistema se vio hackeado por las drogas (entendiendo también desde su perspectiva alimentos o pantallas, consumido en exceso), ya que se puede generar un deterioro de las neuronas y que se active la adicción".
Marian Rojas explica el concepto de las "carreteras neuronales"
Cuando habla de la liberación de dopamina pone sobre la mesa el concepto de "carreteras neuronales" y para explicarlo de forma sencilla acude, dice, a un ejemplo que utilizó con su hijo para verificar que se entendía fácilmente: "Imaginamos que una persona de 40 años juega al dominó o el ajedrez con su hijo y en ese rato hay un rato de placer, cinco bolitas pasan por ahí y uno se lo pasa bien. Se trata de un rato en familia y eso está bien, pero al cabo de unos años a ese niño le regalan una videoconsola y empieza a jugar de forma compulsiva y ahí circulan 50 bolitas, que son ladrones de dopamina, diseñados para generar más y empiezan a robar de las carreteras secundarias, rurales", las que podrían ser las relacionadas a esos juegos de mesa, porque según la lección que compartía en el mencionado podcast, cuando pasa un tiempo y el padre vuelve a invitar a su retoño a ese rato con el dominó como protagonista, le puede decir que le aburre.
Esto ocurre con muchísimas cosas, tal y como ilustra a través de otros patrones del día a día, como "la lectura y las series", "la fruta y las galletas" o "las relaciones sexuales con nuestra pareja y el consumo del porno". Los segundos hacen que circulen más "bolitas de dopamina" y hacen que las primeras pasen a un terreno más aburrido, por lo que hay que "volver a configurar esas carreteras, en las que hay que generar más espacio", lo que requiere un tiempo determinado, porque en los casos más graves, cuando hay una adicción severa, "esas personas ya no disfrutan con ninguna actividad cotidiana".