Todos conocemos el mediático caso de Pablo Ibar, desde que en 1994 se le acusara de triple asesinato en Florida. Y es que desde entonces, el asunto nunca ha dejado estar en la primera línea de la actualidad en Estados Unidos y nuestro país, aquí principalmente porque el estadounidense con nacionalidad también española es hijo de Cándido Ibar, un célebre vasco que en los 70 emigró al país de la pena de muerte para luchar por su carrera como pelotari.
Después de una vida de sacrificios para conseguir el éxito en una disciplina deportiva autóctona del país vasco en un país tan competitivo como Estados Unidos, Cándido jamás imaginaría que veinte años más tarde tendría que ser un aguerrido padre ‘coraje’. Y es que ya desde España, el expelotari no ha dejado de pelear ni un solo día por la inocencia de su hijo y, sobre todo, que su final no sea en la silla eléctrica.
“Escasas y “débiles” pruebas contra él
Un caso, conocido en Estados Unidos como ‘Los crímenes de Miramar’, que tiene todos los ingredientes para seguir de plena actualidad. La polémica pena de muerte, las “escasas y “débiles” pruebas por las que el Tribunal Supremo de Florida conmutó la condena por la cadena perpetua y el ‘cuestionable’ e ‘injusto’ sistema judicial americano hacen que todavía hoy en nuestro país estemos pendientes del futuro de Pablo, que tras su tercer juicio (2019) busca apelar la sentencia con la ayuda de su incansable padre y la asociación ‘Pablo Ibar Juicio Justo’. Y es que lo tienen claro desde 1994: Pablo Ibar es inocente y está entre rejas cumpliendo la pena del verdadero asesino que anda suelto.
Para abordar el peliagudo asunto, en ‘Lecturas Diario’ hemos hablado con alguien que ha conocido en primera persona al condenado, Manuel Aguilera Cristóbal. Un reconocido periodista americano que vive en Miami y que ahora además está preparando un documental sobre Nelson Serrano, un ecuatoriano de 85 años en el corredor de la muerte que al parecer también ha sido ‘injustamente’ condenado. Sobre el caso de Ibar también sabe mucho, pues además de haberle visitado a la cárcel también ha participado en dos docuseries sobre él y su caso.
Solo hay "una imagen de mala calidad que parece ser Pablo”
Y, para ponernos en antecedentes y recordar lo que sucedió cuando el joven solo tenía 22 años, la primera pregunta es obligada. ¿Qué ocurrió entonces? “Pablo Ibar es condenado por un triple crimen cometido en 1994 en Miramar, Florida. Dos encapuchados entran a una casa y asesinan al dueño de un bar y dos mujeres jóvenes. Todo queda grabado en una cámara de seguridad. Uno de ellos se quita la capucha y la condena se sustenta en esa imagen de mala calidad que parece ser Pablo”, nos explica Manuel.
“En EEUU tener dinero para una buena defensa ayuda mucho y Pablo no contó con ello en su primer juicio. En España hubiera sido diferente. Además las condenas son mucho más livianas y no hay pena de muerte” explica también el periodista americano, que ve muy difícil la repetición del juicio.
“Es un caso que lleva dando vueltas desde 1994 y no es fácil que se celebre un nuevo juicio. Pero ahora sí, Pablo cuenta con un excelente equipo de abogados y cuenta con el apoyo de los gobiernos de España y País Vasco. El caso no está muy bien sustentado. Así que yo creo que es bueno que sigan recurriendo”, explica. Si finalmente se produjera, sería ya su cuarto juicio. “Creo que la clave está en la inconsistencia de las pruebas físicas. Las huellas que se encontraron no pertenecían a Pablo. Hay muchas inconsistencias ", apunta.
"Me dijo que de joven no era un angelito"
Su primer documental fue para Documentos TVE Y el segundo para ETB y la autonómica de Valencia. Por ello Aguilera conoce muy bien a Pablo. “La última vez que hablé con él fue por teléfono en 2016 cuando le anularon su condena a muerte. Aunque he seguido en contacto con su padre. Anteriormente le entrevisté tres veces en la cárcel. Es una persona muy cercana, educada… Como me dijo uno de sus guardianes no cumple el perfil de otros condenados. Es una persona sencilla que solo aspira a vivir con su esposa e hijos. También me dijo que de joven ‘no era un angelito’ pero a día de hoy yo creo que merecería ser libre.”
Pablo Ibar y su mujer Tanya Quiñones
“Pablo era hispano y además tenía malas compañías y antecedentes. Un cóctel que le llevó a ser señalado rápidamente. No hay un móvil claro para acusarlo y su presunto compinche está libre. Hay muchas cosas que no cuadran”, tanto como para asegurarnos contundentemente “que no hay suficientes evidencias para condenarle y menos a algo tan extremo como cadena perpetua o muerte.”