Los días pasan en Paiporta y los vecinos están muy lejos de recuperar esa "normalidad" a la que se suele hacer referencia, pero tan difícil tras una tragedia de tal magnitud. Con una cifra oficial de 219 muertos y más de 90 fallecidos, la peor gota fría del siglo ha devastado decenas de pueblos en la Comunitat Valenciana. La 'zona cero' es Paiporta y desde allí, nuestra compañera Raquel Bernal, redactora de Lecturas, nos trasladaba cómo vivió esas primeras horas tras las inundaciones. Ella también pudo conocer a David y una de esas historias que se pueden compartir y que, aunque tiene un final feliz, reflejan el horror que vivieron la tarde del 29 de octubre.
A través de ella, nos ha contado cuál es la situación de sus abuelos, Pilar y José, que con más de 80 años son personas dependientes y aquella tarde consiguieron ser rescatados por sus vecinos y uno de sus hijos, pero él y su familia nunca olvidarán esa fecha y la preocupación con la que esperaban noticias de ellos, que están acostumbrados a estar siempre acompañados y solo se quedaron solos durante 20 minutos, tiempo más que suficiente para que entrara una gran cantidad de agua en su casa a causa de la DANA.
Una tarde que David y su familia no olvidarán jamás en Paiporta
"Mis abuelos han vivido toda la vida en Paiporta. Somos una familia muy grande, han tenido seis hijos y toda la familia vivimos aquí, pero la casa más afectada es la de ellos, que al final todos hemos pasado por allí y todos tenemos recuerdos de esa casa de nuestra infancia y es la que se ha destrozado", comienza David, que a través de nuestra compañera Raquel Bernal, redactora de Lecturas, nos traslada una de esas historias que nos hacen poner los pies en el suelo sobre la magnitud de la tragedia en la 'zona cero' de la peor DANA del siglo. Su abuela, Pilar Navarro, tiene 80 años y padece Alzheimer y su abuelo, José Martínez, con 86, tiene Parkinson, lo que les obliga a tener "unos cuidados habituales en casa", ya que son "personas dependientes", lo que hace que sus familiares estén con ellos, prácticamente en todo momento.
"Sus hijos se van organizando para estar con ellos", continúa con su relato y recuerda la tarde del 29 de octubre y piensa que así será para toda la vida, que era su tío José el que estaba al cuidado de sus padres. "Les dio de merendar, estaba allí con ellos y se acercó a su casa a dar de comer a los peces, así que mis abuelos se quedaron unos 20 minutos solos y el agua se desbordó del barranco, la policía iba avisando y al principio nos pensábamos que se iba a quedar en un desbordamiento leve, como ha pasado alguna vez, pero en este caso iba a más y más", recapitula antes de explicar la preocupación por saber en esos primeros momentos cómo estaban: "Tenemos una hija de ellos que vive cerca y le íbamos preguntando por el grupo de la familia, nadie contestaba, seguía inundándose y ya no sabíamos qué hacer".
El agua había empezado a entrar en casa de Pilar y José, que se quedaron sentados en el sofá esperando, pero por suerte pudieron sacarles de allí: "Entraron los vecinos por la terraza interior y en ese momento llegó un tío mío que abrió la puerta ya con el agua por la espinilla, cerró la puerta y el agua empezó a subir más y más, así que aguantó la puerta, porque notaba que iba a reventar". Decidieron subir a los ancianos hacia una estancia externa superior, algo complicado por las dificultades de movilidad que tienen: "Mi abuelo no levanta las rodillas, tiene muchas dificultades para andar y mi abuela, lógicamente, con el Alzheimer tan avanzado, no sabe quién es nadie, así que estaban muy desorientados".
Una historia con final feliz, a pesar de las dificultades
Fue un momento "muy difícil", porque David recuerda que para su abuelo era muy complicado llegar a lugar seguro, a pesar de la ayuda y su abuela "no sabía con quién se estaba yendo". "Con una escalera mecánica les intentaron subir al patio que conecta con la finca de al lado", le ha explicado a nuestra compañera, que después de conocerle, pensó que era importante que esta historia fuera contada. No se explica cómo pudieron subir a casa del vecino que vive en el piso de arriba, lo que hizo que pudieran sobrevivir a esa inundación que no cesaba en casa de sus abuelos: "Se salvaron por los pelos, porque dos vecinos saltaron y porque mi tío estaba allí aguantando la puerta. En un momento decidió dejar de empujar, porque iba a reventar encima de él y, probablemente, el que acabaría muriendo sería él". Los daños materiales son incalculables en Paiporta y en todos los pueblos afectados por la DANA, que destrozó la casa de Pilar y José: "Son casas viejas que llevan muchos años viejas, en una zona bastante antigua de Paiporta y ahora, poco a poco, estamos intentando limpiarla, reacondicionarla, un trabajo muy difícil en la 'zona cero', porque se ha llamado todo el pueblo por delante". A pesar de eso, se trata de un hogar lleno de recuerdos y "esa siempre va a ser casa de los abuelos", así que entre todos, "van a sacarlo adelante".