Que muy pronto, en marzo concretamente, cambie la hora no es nada nuevo. Como ocurre todos los años, el último domingo de dicho mes habrá que adelantar todos los relojes una hora durante la madrugada del sábado 29.
El cambio, que tendrá que realizarse exactamente a las 02.00 horas, que es cuando habrá que adelantarlos a las 03.00, no tiene directamente nada que ver con el primer parón en 30 años del mítico reloj de la Puerta del Sol, ‘el de las uvas’. Porque aunque también sucederá en marzo, no será exactamente en el mismo momento del adelanto de hora para adaptarnos a la llegada del verano.
Limpieza de precisión para el reloj de 'las uvas'
Y tampoco será solamente durante una hora. La inaudita suspensión de la constante actividad del reloj de la Puerta del Sol durante décadas será de varios días. Según publican en ‘20 minutos’, sus manecillas dejarán de correr durante, al menos, 10 o 15 jornadas. La razón principal de tal parón es que técnicos especializados tendrán que desmontarlo para su debida limpieza y mantenimiento.
Se sabe que será en marzo, pero todavía no han trascendido las fechas concretas. "Lo haremos por partes para que esté el mínimo tiempo parado. Al cabo de 30 años conviene revisarlo antes de que pueda ocurrir alguna cosa. Es mejor tomar precauciones y limpiarlo"", explica uno de sus responsables al conocido medio digital español. Y es que, desde luego, sería un cataclismo que sufriera alguna avería durante alguna de las importantes doce uvas ‘el reloj de todos los españoles’.
"Hay que limpiarlo y ponerle aceite de nuevo"
Por otro lado, este operario también indica a ‘20 minutos’ que "no hay que hacer ninguna operación importante, porque para eso lo mantenemos durante el año. Simplemente es una limpieza. Hay sitios a los que no podemos llegar sin que sean desmontadas algunas piezas. Pero como cualquier máquina, hay que limpiarlo y ponerle aceite de nuevo".
Sin embargo, conforme a las fases en la limpieza de tan antiguo reloj -en 1866 fue inaugurado por la reina Isabel II- ubicado en una torreta levantada sobre el edificio neoclásico que hoy en día es la sede de de la presidencia de la Comunidad de Madrid, ya se sabe cuál será su inalterable orden. En primer lugar harán los trabajos de mantenimiento en las horas, para posteriormente pasar al sistema de cuartos y terminar con el sistema de horario.
La última fase será la que obligue a parar sus manecillas durante días
En esta última fase de la limpieza del célebre reloj es cuando, precisamente, los técnicos tendrán que parar el reloj por primera vez después de tantos años. Tres décadas, que se escribe pronto. Un periodo de tiempo que sus ‘cuidadores’ resaltan con orgullo porque están seguros de que se ha debido, claramente, a "los cuidados que ha recibido" de forma continuada y regular.
"Imagínate, ¿qué otra máquina puede haber estado durante 30 años funcionando ininterrumpidamente? Es bastante difícil de conseguir. Imagínate que un móvil dure hoy 30 años", concluye para la versión digital del periódico de tirada gratuita que le ha entrevistado.
Pese a ser uno de los relojes más importantes todos los 31 de diciembre en nuestro país, el técnicamente denominado como Reloj de la Gobernación arrastra, desde sus inicios, con un fascinante error que todavía no ha sido solucionado casi dos siglos después. Se trata de un fallo en la nomenclatura del número cuatro.
Apabullante error en su esfera que tiene una explicación
Hay que fijarse bien, pero así es. El cuatro, en el reloj de la Puerta del Sol, es el IIII en números romanos cuando, evidentemente, debería estar escrito así: IV. Hay varias explicaciones al respecto, pero la siguiente es la más avalada por la mayoría de historiadores.
El principal razonamiento a tan ‘craso error’ es que cuando emergió la numeración romana esta se inspiró en la etrusca, quienes sí utilizaban el 'IIII' en vez de 'IV', hasta que poco después la civilización romana lo cambiara por el popular IV. Proviene de 'IVPITER', dios Júpiter de su mitología. Así pues, algunos relojeros como el que en su momento creó el de la Puerta del Sol, por temor a materializar una blasfemia, optaron por usar la terminación primitiva del número romano.