Daniel González, doctor, sobre la ‘onicofagia’: “Esto es lo que tenemos que combatir para dejar de comernos las uñas”

El experto en salud asegura que existen dos sencillos métodos mucho más eficaces que utilizar esmaltes, laca de uñas o chicles para afrontar la onicofagia.

Alicia Alarcón
Alicia Alarcón

Redactora digital de Lecturas

doctor daniel gonzález
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Alrededor de un 30% de la población mundial se muerde las uñas sin importar su edad. También cerca de 7 millones de personas en España llevan a cabo esta conducta compulsiva día tras día. Así lo confirman varios estudios sobre la ‘onicofagia’, síndrome que se desarrolla con más frecuencia en edades tempranas. Los datos no mienten. Este comportamiento es uno de los más frecuentes en todo el mundo y pocos conocen los riesgos para la salud que implica. La realidad es que es mucho más peligroso de lo que parece. El doctor Daniel González ha ofrecido una solución clave más allá de los esmaltes y las lacas para frenar este impulso.

Superar la onicofagia sin esmaltes, lacas o chicles es posible

Morderse las uñas es una conducta de lo más frecuente. Sin embargo, es más peligrosa de lo que parece. Los expertos en salud ponen el foco en la gran cantidad de bacterias que se encuentran en nuestras manos. Por este importante motivo, una de las problemáticas más graves que pueden surgir son las patologías por contagio. Los dedos de las manos están en constante contacto con todo aquello que nos rodea desde que salimos de casa hasta que nos vamos a dormir.

El transporte público, la calle e incluso las monedas que tenemos en la cartera son solo algunos de los espacios que poseen un mayor número de patógenos. Los expertos en salud estiman que, en cada mano, podemos tener alrededor de 4.700 bacterias de más de 100 especies distintas. Es decir, quienes se muerden las uñas se llevan a la boca cerca de 5.000 bacterias pudiendo contraer alguna afección vía oral.

Doctor Daniel González
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El conocido doctor Daniel González, que comparte vídeos sobre salud en sus redes sociales, asegura que este comportamiento se convierte en un problema cuando pasa de ser puntual a un hábito. “Es una costumbre que se va adquiriendo y, al final, se hace tan rutinaria que uno no se entera de que se está comiendo las uñas”, asegura en uno de sus vídeos publicados en YouTube. Ante este complicado problema, el experto ha compartido el mejor consejo a seguir más allá de los esmaltes o los chicles para mantener la boca ocupada.

Eso es precisamente lo que tenemos que combatir para dejar de comernos las uñas. Déjense las sustancias tóxicas o pintarse las uñas. La idea es reconvertir esa conducta”, asegura. Dejar de morderse las uñas no es una tarea nada sencilla entre quienes sufren este hábito compulsivo desde hace años, pero sí es posible. El doctor y divulgador ha explicado cuáles son los dos motivos que nos llevan a modernos las uñas sin cesar.

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“Primero se roen porque la sensibilidad de los labios ya está anestesiada pasado un tiempo. No nos damos cuenta de que tenemos el dedo en la boca. El cerebro no recibe esa información”, apunta. El segundo de los mecanismos y principal problema que destaca el experto es “la tremenda manía horrorosa de jugar con el dedo por la boca”. “El problema es que nos pasamos tanto tiempo haciéndolo que tampoco nos damos cuenta.”, añade. Puesto que nuestro cerebro no es consiente de este comportamiento compulsivo, nosotros tampoco y en su lugar “lo que hay que hacer es que se entere”.

Los dos hábitos clave para superar la onicofagia, según el doctor

Masticar chicle para mantener la boca ocupada es uno de los remedios caseros más frecuentes. Sin embargo, no es una opción a largo plazo. Tampoco lo son para muchas personas que padecen este síndrome el uso de esmaltes o lacas de uñas con un sabor desagradable. En su lugar, el doctor González asegura que la solución es mucho más sencilla en dos pasos.

“En primer lugar, tenemos que cortar la uña con cortaúñas sin hacer sangre. Cuando la boca y los dientes van a tocarla la notan rara porque están acostumbrados a tenerlas roídas. Si está cortada, el borde es recto”, explica. Esta alternativa es una especie de alarma que notifica a nuestro cerebro que los dedos se están acercando a la boca. Es entonces cuando la persona se percata de ello y evita morder sus uñas.

El segundo de los pasos para superar el síndrome de la onicofagia es, probablemente, el más importante. “Cada vez que la uña está dando vueltas por la boca se suele escupir porque así le hacen al cerebro ser conscientes de que están jugueteando con ella. Déjense de cosas raras”, explica. En su lugar, recomienda llevar a cabo un “tratamiento cognitivo conductual” que “no tiene ninguna contraindicación”. Es decir, se trata de ser conscientes del momento en el que se lleva a cabo el hábito dañino para poder cambiarlo a partir de ahí. Este es sin duda el mejor punto de partida para poner fin a la onicofagia, según el doctor.