El tercer domingo de cuaresma. El papa Francisco (88 años) abandonaba el Hospital Gemelli de Roma el día del Señor tras recibir el alta y antes de salir de allí, saludaba desde el balcón a los 3.000 fieles que se agolpaban en los exteriores, ansiosos por volver a ver al Santo Padre.
Después de 38 días de internamiento y visiblemente cansado, Bergoglio no dudó en ir más allá del saludo, con un misteriosos guiño a una mujer que portaba flores amarillas, lo que llevó al pontífice a su Argentina natal en una fecha tan especial. Apuntó con el dedo pulgar hacia arriba y quiso transmitir alegría y serenidad.
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Antes de irse a descansar a su residencia en Santa Marta, el Santo Padre quiso hacer una parada que no hay que tomar de manera aislada. El lugar elegido por el Papa es realmente importante y nos lleva a sus palabras en el libro autobiográfico que publicaba hace un año.
Los expertos apuntaban en la retransmisión del alta de Francisco a dos posibles escenarios, ahora que tendrá que guardar un reposo de aproximadamente dos meses para completar su recuperación en el Vaticano, donde hay alta tensión ante lo que pueda ocurrir en las próximas semanas.
La parada del papa Francisco antes de volver a casa
Antes de volver a Santa Marta, su residencia en Ciudad del Vaticano, el papa Francisco quiso hacer una parada muy concreta. El camino se desvió sin salir de la capital italiana, ya que no podemos olvidar que Bergoglio también es obispo de Roma.
A escasos metros del corazón ferroviario romano, muy cerca de la Estación Termini, se sitúa la impresionante Basílica Papal Santa María la Mayor (Santa Maria della Neve), con el campanario más alto de la ciudad y lugar en el que han sido enterrados siete papas.
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Francisco también quiere recibir allí cristiana sepultura cuando llegue el momento. Esa es, probablemente, una de las principales razones por las que ha querido hacer un alto antes de su regreso a casa en ese lugar, en señal de agradecimiento por haber salido del importante bache de salud, pero no es el único.
Las palabras del Papa en su libro 'Vida'
El papa Francisco ingresaba el 14 de febrero en el Hospital Gemelli de Roma, lo que provocaba una gran preocupación a nivel internacional. La bronquitis que arrastraba durante semanas se complicó y derivó en una neumonía bilateral con varias crisis respiratorias que pusieron en riesgo su vida.
Cuando los médicos pudieron aliviar con sus avances y retiraron el pronóstico reservado, expertos vaticanistas advirtieron que quizás era el momento de plantear una sucesión al estilo Benedicto XVI, aunque Bergoglio ya se encontrara mucho mejor o, al menos, fuera de peligro.
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Hace exactamente un año, cuando presentó su libro autobiográfico 'Vida', en el que hace un recorrido por los acontecimientos históricos que han tenido lugar a lo largo de sus 88 años, dejaba claro que no quería renunciar: "Es una hipótesis lejana".
Eso sí, hay que apuntar un detalle. En caso de que optara por esa vía, dejaba claro algo importante y es que no sería papa emérito, sino "simplemente obispo emérito de Roma". Con ello, tomaría la decisión de residir en la Basílica Papal de Santa María la Mayor "para volver a ser confesor y llevar la comunión a los enfermos".
Con su parada, medida y elegida, antes de dirigirse a la residencia de Santa Marta, el Santo Padre puede estar abriendo la puerta a una nueva etapa en su pontificado, dado que tiene por delante semanas en las que no podrá excederse y deberá estar pendiente de su salud. Tiempo para la reflexión y también para escuchar a su entorno después de este susto.
Las flores amarillas y la convalecencia del papa Francisco
El papa Francisco tiene por delante dos meses de convalecencia, tal y como han recordado su médicos del Hospital Gemelli de Roma. Serán semanas en las que, probablemente y conociendo al pontífice, le veremos en los momentos clave, pero tiene que tener en cuenta que su recuperación es un proceso lento.
Si su visita a la Basílica Papal de Santa María la Mayor no fue un gesto para una consulta espiritual que le permita tomar una decisión más drástica, lo que sí es seguro es que tendrá que suavizar el ritmo. El segundo escenario posible es precisamente una fase del papado en la que tenga menos compromisos.
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Hay miedo, eso sí, a que la búsqueda permanente de sustitutos para ciertas tareas pueda desgastar la institución, así que ahí también tendrán mucho que decir los cardenales con su voluntad o no de llamar a la puerta de la Capilla Sixtina para un posible cónclave.
En el Policlínico, sin embargo, había un lugar muy especial para la esperanza, simbolizada en esas flores amarillas que llevaba consigo la mujer a la que Francisco saludó desde el balcón. Son muy especiales, sobre todo en su Argentina natal y en un día como el 21 de marzo ('Día de las flores amarillas').