Hablando de Rocío Jurado y Ortega Cano, el otro día viví en plató un momento que no sé exactamente cómo definirlo. No sé si Ana María Aldón fue consciente de lo que dijo su marido, y con qué sentimiento, de Rocío Jurado. Tengo la sensación de que en ese momento lo pasó por alto y que se dio cuenta cuando al día siguiente vio las palabras de su marido. La vi cómo miraba el monitor y cómo su cara se iba desencajando llena de tristeza y sus ojos se llenaban de lágrimas. Como mujer y como persona, entendí que, en esos momentos, no encontrara su sitio junto a él. En una de las publicidades me acerqué a ella y le dije: “Ana, cuando las historias no están acabadas se idealizan, y eso es lo que ha hecho tu marido. Esa historia no la ha acabado porque no ha sido resuelta”. Confieso que sentí muy de cerca su dolor.
Hay gente que dice que todo lo que ha hecho ella ha sido un paripé y por qué ahora sucede esto cuando ella sabe que él siempre está rodeado de imágenes y de canciones de Rocío Jurado. Una cosa es vivir eso en la intimidad y otra cosa públicamente.Aunque su marido no quiso herirla, la hirió. Espero que Ana se encuentre mejor y que entienda que ella ha construido con él una familia con un hijo estupendo.
A pesar de todo, entiendo la huella que Rocío Jurado ha dejado en José y que se haya quedado con lo bueno que ha vivido con ella, que es lo que todos hacemos cuando una historia se queda inacabada. Querida Ana María, te brindo mi apoyo y mi compresión.