Por fin llegó el tan terrible viernes 23 de junio! Han sido semanas de preocupación e incluso hasta de rabia. Esa rabia contenida y, por qué no decirlo, uno tiene que expresar las cosas aunque sean un piropo para uno mismo o para el equipo al que he pertenecido todo este tiempo. Han sido semanas de profesionalidad de todos para seguir sacando ‘Sálvame’ adelante como si nada nos hubiera pasado. Confieso que Jorge Javier iba a ir pero, también, entiendo que no lo hiciera.
Desde aquel 5 de mayo que supimos por la prensa que esto se acababa creo que él entró en su proceso de distancia con el programa. Un alejamiento necesario y sanador para él. Sé que fue muy triste y especialmente difícil para todos nosotros. Como bien dijimos, nadie asistió a ningún funeral. El espíritu de ‘Sálvame’ estuvo más vivo que nunca con esa emoción contenida en algunos momentos y desbordada en otros. Era un día especial, porque se celebraba la noche de San Juan por muchas zonas costeras de nuestro país. Cuántas veces he vivido en Málaga esa noche tan bonita y tan hermosa en la playa saltando pequeñas hogueras. Hay que quemar lo malo para que venga lo bueno, mojándote los pies en el mar como una forma de purificarnos. Me encantó la consigna de que todos fuéramos vestidos de blanco. Ese color se relaciona con algo nuevo, limpio y sano. Nosotros hemos sido todas esas cosas.
Me llevo de ‘Sálvame’ un aprendizaje profesional. He aprendido a ser colaboradora e intentar cada día mejorar en ello. Muchas veces, os he dicho en estas páginas que no existe trabajo grande o pequeño, sino bien o mal hecho, así que también me quedo con eso. He trabajado con un equipo creativo alucinante y mágico en todos los sentidos. Menuda capacidad extraordinaria de innovar y de no rendirse. Me llevo el haber superado, en dos ocasiones, una enfermedad como el cáncer junto a ellos. Solo me merece la pena quedarme con los buenos momentos, que han sido muchos, porque de los malos ya hemos hablado en otras ocasiones. Ahora es el momento de reconocer
los buenos y la capacidad de mis compañeros para compartir mis sueños, mis alegrías, mis frustraciones y mis éxitos. Hablando de triunfos, me acabo de dar cuenta que nunca he estado en un programa que haya fracasado. ¡Qué curioso o qué fortuna! Conozco profesionales que han iniciado trabajos y programas que no han salido adelante porque no han llegado al público. Sorprendentemente, a esos profesionales se les ha seguido dando programas y, también, han seguido fracasando. Qué curioso, ¿verdad? Debe ser que este tipo de cosas son algunas de las particularidades de ejercer esta profesión.
En ‘Sálvame’ he conocido a una de las mujeres que más me ha marcado en los últimos años de mi vida: Mila Ximénez. Nunca la recuerdo porque jamás la he olvidado. En ‘Sálvame’ me reencontré con Gema López, con la que inicié esa aventura llamada ‘Con T de tarde’ en Telemadrid en 1997. Nunca había trabajado con Belén Esteban, Kiko Hernández o Matamoros, pero sí lo había hecho con Lydia Lozano y Alonso Caparrós. Con Víctor Sandoval trabajé hace años, indirectamente. Sin embargo, con Chelo García Cortés si había trabajado a través de las revistas. Quiero hacer una mención especial a Carlota Corredera, a la que no conocía y a la que respeto por su gran dignidad. Aquí he compartido plató y he presentado mano a mano con la mujer que más ama esta profesión: María Patiño. Puedo decir que hoy la siento mi amiga y sé que ella a mí también. Eso ha sido un trabajo de ambas y un ejercicio de respeto, de tolerancia y de admiración mutua. He tenido la suerte de trabajar con una redacción, un equipo de producción y unos reporteros increíbles, incansables y admirables. Hace unas semanas os abrí mi corazón para deciros que me llevo, entre todas estas muchas cosas, a dos de los hombres más importantes de mi vida: Raúl Prieto y a Kike Calleja. Gracias a ambos, me llevo a dos personas más, a sus parejas. Me refiero a Joaquín Torres y a Raquel Abad, mi amiga, mi apoyo y mi bastón en muchos días de soledad.
Se me hace un nudo en la garganta mientras escribo estas líneas, porque entenderéis que, por todas estas cosas, ‘Sálvame’ es irrepetible. Nadie podrá hacer este programa sin ser nosotros. Me consta que se ha intentado hacer fuera de nuestro país. Al final, nuestra singularidad es lo que nos ha hecho ser únicos. Como dice el himno de nuestro programa: “Hay que hacer borrón y cuenta nueva”. Decir adiós no es fácil, pero siento que una nueva puerta se abrirá. Esa salida de una manera, al menos puntual, en este momento, es la puerta de Netflix, una de las plataformas más importantes del mundo. Es un orgullo para mí iniciar esta aventura. Ya tuve la suerte de colarme en ella interpretando a Bárbara Valiente en la serie ‘Paquita Salas’ dirigida por los Javis. Ellos son mis niños y los amo. Deseo que haya una cuarta parte de esta serie, porque quiero formar parte de ella. Por suerte, todos los que han querido hacer pequeño a ‘Sálvame’ han conseguido hacernos internacionales.