Se van a cumplir dos años desde que me incorporé al equipo de ‘Viva la vida’. Fue una ilusión que tanto el director como los jefes de Cuarzo quisieran contar conmigo para trabajar. Esa oferta fue una tabla de salvación, porque me fui de ‘Sálvame’ con una mano delante y otra detrás. Adaptarte a un equipo nuevo siempre es complicado porque ellos llevaban ya un año de rodaje. Afortunadamente, entré de la mano de mi amigo del alma, Raúl Prieto, al que amo con locura y que me conoce hace muchos años. Aun así estaba inquieta. Había escuchado de Emma García de todo en los pasillos: que era una persona complicada para trabajar, que había que tener cuidado, que le molestaba no sé qué... Os lo diría con pelos y señales, pero no lo recuerdo todo. Ante esas habladurías me encontraba cuando me puse a trabajar con alguien que llevaba muchos años en Mediaset y a la que no conocía de nada. Tuve en cuenta que esos comentarios también los habían hecho de mí a largo de muchos años y no eran ciertos.
Me impresionó mucho el cariño y el respeto profesional con el que Emma me recibió el primer día que empecé. Después de dos años, me encanta la complicidad que tenemos con una sola mirada. Me siento reflejada en ella en muchas cosas. No sabéis cómo se prepara el programa días antes: está pendiente de todos los temas que se van tratar. Para presentar un programa y llevar las riendas durante cinco horas hay que tener carácter, y ella lo tiene: malo en algunos momentos y bueno en otros muchos. Cuando la llamo María Emma, que es su verdadero nombre, me siento más cómplice y amiga. Ella siempre ha sido sensible con mi dolor y ha empatizado conmigo como nunca esperé. Trabajar y conocerla ha sido uno de los descubrimientos de mi carrera. Ella y un equipo de colaboradores que conozco hace muchos años, como Carlos Pérez Gimeno, Marisa Martín-Blázquez, Luis Rollán –al que considero mi hermano– o mi amiga Isabel Rábago, que me parece una de las mejores profesionales del medio.
Este programa le ha dado la oportunidad a mi hija de trabajar en la televisión. Algo que pensé que no le interesaba, pero la vida da muchas vueltas y esto es lo que quiere hacer. Confieso que aún me pongo nerviosa cuando coincido con ella en un plató por mi instinto de protección. Quiero que no me lo note porque se enfada, pero el amor de una madre hacia su hija no se puede evitar. No quiero terminar sin retomar el origen de este blog, que es Emma García, para decirle: “Gracias por la pasión, por el corazón y por la profesionalidad que pones en tu trabajo. Es un orgullo trabajar contigo porque te admiro, te quiero como persona y siento que tengo una mano amiga cuando más lo necesito”.