Hoy ya, por fin, os escribo desde mi casa. Han pasado siete días desde mi último blog que, al parecer, ha movido un poco el cotarro de los programas de televisión. Si alguien supiera en las condiciones que yo realicé ese blog desde el hospital (estoy segura de que otras muchas personas ni siquiera lo hubieran hecho) entenderíais muchas cosas de las que se han cuestionado esta semana. Llevo más de dos años escribiendo en las páginas de esta revista y lo hago de muchas cosas, de la actualidad, de mis miedos, de mis pasiones, de lo que me hace feliz e infeliz... de todo un poco. Nunca he querido censurarme nada. Creo que es mi compromiso de honestidad con todos los que cada semana tenéis el detalle de leerme. Así que me parece natural, primero, que comente que he estado ingresada en un hospital, porque es algo que si pudiera llevar privadamente lo haría, pero mi condición pública tiene asumido que eso es imposible, por lo tanto, cuando estoy enferma, me gusta hablar en primera persona y no que otros hablen y especulen de lo que tengo o no tengo.
El lío del Reino Unido
En segundo lugar, creo, además, que es lo más sano para todos y así evitar especulaciones maliciosas que solo llevan a la confusión informativa. Y precisamente, hablando de claridad informativa, no me extraña nada la que se ha liado en el Reino Unido. Nuestro departamento de comunicación de la casa real española, sin lugar a dudas, no es perfecta. Nadie lo somos, pero, desde luego, estoy segura que frente a acontecimientos como los que están ocurriendo en Inglaterra, su comunicación sería absolutamente diferente. En este caso, ese dicho de “no news, good news”, no se corresponde con la realidad.
Un silencio perjudicial
Que la mujer del heredero a la Corona británica, sea sometida a una intervención quirúrgica, ES NOTICIA. Que si ha habido algún problema durante esa intervención o en el postoperatorio, ES NOTICIA. Que el silencio se convierte en un arma arrojadiza para la especulación, es una realidad, así que no entiendo a qué está esperando el Palacio de Kensington para dar NORMALIDAD a la salud de la Princesa de Gales, de la misma manera que conocimos que el rey Carlos III padece un cáncer, que como todo el mundo sabe, no es cualquier enfermedad. Con todo este revuelo, los tabloides británicos han decidido desempolvar rumores, noticias, informaciones, que ya surgieron en el año 2019 con respecto a Rose Hanbury. Que si es una amiga especial del príncipe Guillermo, que si el año pasado (en 2023), pasaron juntos el 14 de febrero, que si él le regaló un collar de perlas... Vamos, que se están luciendo con la opacidad en tener una información clara y veraz. No se puede jugar con el pueblo británico. No se pueden mandar fotos que no existen y que son una composición, porque al final, lo normal es que pase lo que está pasando y que a partir de ahora las noticias y los comunicados que dé la casa real británica, serán cuestionados y con razón.
"No hay mayor desprecio..."
Y hablando de cuestionar, tampoco quiero ahondar mucho en esto. Hay un dicho que dice: “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Solo me refiero a la ligereza con la que alguno habla de lo que hago o no hago en un hospital. Yo cumplo, he cumplido y cumpliré rigurosamente las normas, no solo hospitalarias, sino de convivencia. Intento en mi trabajo, a lo largo de los muchos años que llevo en esto, tratar con el mayor esmero, rigurosidad e incluso cariño, a las personas/personajes de los que hablo. Pido el mismo respeto hacia mi persona y mucho más cuando lo hace alguien que no ha recibido ni un zarpazo mío cuando en sus peores momentos, muchas ‘fieras’, (metafóricamente hablando), quisieron hacer sangre, y mucha. Dicen que dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición. Yo puedo dar fe de que conozco mu- chos casos, y este es uno de ellos, en el que no es así. Ojalá se te hubiera pegado una décima parte, de la gran mujer, de la gran persona, de la gran profesional, de la gran madre y del cariño y buenas palabras que tiene tu esposa.
Ojalá lo consiga
Y para terminar, llevo diez días sin fumar, solo me pongo pequeñas metas. Mañana, pasado, y así día a día. No sé lo que aguantaré, porque yo ni engaño ni me engaño a mí misma. Ojalá pudiera deciros que fui capaz de conseguirlo, me sentiría muy orgullosa de mí misma, pero si no es así, no pienso maltratarme por ello.