E l pasado fin de semana, viví un episodio que jamás pensé que pudiera ocurrir. Karina, la chica que lleva muchos años trabajando en mi casa, salió a pasear con mi perrita, Lula, como cada tarde. En la urbanización donde vivo, un pastor alemán, al que supuestamente se la acababa de romper la correa, se abalanzó sobre mi perra mordiéndola en varios sitios. Aún no puedo olvidar el rostro de Karina cuando subió a casa. Lo primero que pensé es que alguien la había agredido. Al cabo de unos segundos, empezó a gritar: “¡Han atacado a Lula!”. Karina no es amante de los perros porque, desgraciadamente, le han mordido un par de veces. A pesar de su temor, lo primero que hizo fue agarrar a Lula para protegerla con su cuerpo. Nunca tendré palabras suficientes para agradecerle su gesto de valentía.
Si a mí me hubiera ocurrido eso y hubiera sido mi perra la que hubiera atacado a otro perro, la primera que estaría interesada por lo que ha hecho mi mascota hubiera sido yo. Algo que no ocurrió en el caso contrario. Minutos después del suceso, Karina y yo tuvimos que coger un taxi a toda prisa, porque ya sabéis que ni sé conducir ni tengo carnet. Recorrimos varias clínicas veterinarias hasta encontrar una abierta. Quiero dar las gracias al Hospital Veterinario Majadahonda que trató con todo el amor a Lula. Cuando me dijeron que la tenían que sedar para ver el alcance de las mordeduras me horroricé. Ella tiene 8 años y medio, pero es muy pequeñita. Nunca olvidaré el momento cuando vi que a Lula le rapaban su pelo en cuatro zonas de su cuerpo donde la habían mordido.
Lula está ausente
Lula no ha vuelto a ser igual, de momento, porque espero que lo vuelva a ser. ¡Estoy preocupada! Está completamente ausente y muy distante. No consigo ni que me dé un besito. Llegaré hasta el final para que Lula vuelva a ser la que era. ¡Bastante ha pasado ya! En cinco meses, ha perdido a mi madre, la persona con la que convivía 24 horas. Recuperarla de esa pérdida no fue fácil. Al principio, no comía y se metía debajo de la mesa hasta que conseguimos que se animara y fuera como ella era antes. Después de lograr todo eso, viene el pastor alemán y echa todo abajo.
El pésame de la infanta
En medio de todo esto tuve una alegría y pude asistir, hace unos días, a la celebración de cumpleaños del chef Mario Sandoval, que tiene dos estrellas Michelín. A él le agradezco que me acogiera en sus cocinas del restaurante ‘Coque’ cuando necesitaba aprender a cocinar para un programa de televisión. Me hace inmensamente feliz que me llame hermana y con el cariño que me trata. Durante años, lleva invitándome a su cumpleaños. Al caer siempre en fin de semana y teniendo en cuenta la situación de mi madre era muy difícil que yo pudiera asistir. Nunca lo hice, hasta hoy. Cuando me vi en El Jaral de la Mira, su maravillosa finca, lugar que conocí en la boda de Kike Calleja y de su mujer, Raquel, fui feliz por estar allí. A la vez me sentía triste por saber que podía asistir porque mi madre ya no estaba. Él me agradeció mucho mi asistencia, pero más se lo agradezco yo a él por hacerme pasar un día inolvidable junto a mi amiga Paloma.
Mario es un hombre generoso, ingenioso y un magnífico profesional, que tiene una familia maravillosa. Tiene cuatro hijos maravillosos con su mujer, Cristina. Fue una fiesta en la que tuve el honor de coincidir con la infanta doña Elena. Hacía mucho tiempo que no la veía. Ella nunca ha sido una persona ni antipática ni arisca ni todo lo que cuenta la prensa de ella. Siempre ha sido una mujer muy educada, respetuosa y cariñosa conmigo. Nada más verme, lo primero que hizo fue darme el pésame por mi madre, gesto que le agradecí. Hablamos de una amiga en común que es la doctora Rocío, y que para mí es mi familia. Nunca digo su apellido, porque ella no quiere que se sepa que hablo de ella. Es tan buena en su trabajo que no le queda ni un hueco en la agenda. Os hablo de esta amiga, porque le pedí a la Infanta hacernos una foto, a lo que accedió inmediatamente, para mandársela.
Mi revisión oncológica
Al día siguiente, Rocío me acompañó a hacerme las pruebas de mi revisión oncológica, que parece que han salido bien. Digo parece, porque todavía me queda pasar por la consulta de mi oncólogo con todos los resultados. Él es el que tiene la última palabra o la más importante. Lo que diga él es lo que debo hacer, excepto con el tema del tabaco que es para matarme. Volviendo a mi charla con doña Elena. Le hablo de su hijo Felipe y le confieso que me lo encuentro alguna vez por el barrio madrileño de Ponzano. Le digo que siempre es muy cariñoso y respetuoso conmigo.
He vuelto a 'Mañaneros'
Ella me dice que sigue fuera y que vivir en España es complicado para él. Entiendo que los periodistas tenemos que hacer nuestro trabajo y comprendo que, a determinadas edades, nuestro oficio incomode a un chaval tan joven. No es que esté defendiendo nada pero, a mi edad, es normal que entienda que con tanto bagaje mediático si a mí se me hace cuesta arriba ciertas situaciones imaginad para un chico tan joven. Aproveché también para saludar a Carlos García Revenga, quien fuera secretario de las infantas. Supe del fallecimiento de su madre y, por supuesto, lo primero que hice fue darle el pésame. Él hizo lo mismo cuando yo perdí a la mía.
Querido Carlos, cuánto te lo agradezco. Me alegro mucho de haberte vuelto a ver. Parece que Mario Sandoval compró el día, porque fue precioso, soleado, con una temperatura espectacular y con una compañía estupenda. Mi amiga Paloma y yo coincidimos con muchos padres del colegio donde Mario lleva a sus hijos. Les doy las gracias a todos ellos, porque nos lo hicieron muy fácil cuando nos sentamos con ellos sin conocerlos de nada. Esta semana he vuelto a ‘Mañaneros’ y empiezo a afrontar mi rutina después de haber acabado el rodaje de ‘Bake Off: famosos al horno’. Sé que os vais a divertir mucho a todos lo que os gusta la repostería. Os deseo una buena semana a todos y espero que la mía sea más tranquila que la pasada.