Cada seis meses me sigo sometiendo a la revisión oncológica. Es cierto que cada vez que me hago las pruebas voy sabiendo los resultados, pero hasta que no me siento delante del médico con toda la revisión completa no me quedo tranquila. Siempre pienso que él ha podido ver algo que el resto no ha visto. La semana pasada tuve mi cita con él. Es curioso que la evolución con mi enfermedad es muy variable. Cada año que pasa, en vez de estar más tranquila, estoy más intranquila y con más miedos. La explicación que le doy a estar así es por lo que me pasó en mi segundo cáncer. Como habían pasado los cinco años y se supone que todo estaría bien, me tiré casi un año sin medicación, por primera vez, y fue cuando apareció el tumor en el otro pecho. Muchas veces pienso que prefiero no dejar de estar medicada nunca. ¡He cogido miedo!
Volviendo a la consulta de esta semana, cuando me siento con el doctor y me dice que todo está bien si es como si me hubiera quitado una losa de encima. Inmediatamente me dice: “Te voy a dar fecha para dentro de seis meses”. ¡Qué poquito dura la felicidad! Me pregunta que si me la da en diciembre o en ene- ro y os confieso que le dije al doctor, Yann Izarzugaza, que me la diera en enero. Mi decisión tiene una explicación.
El primer cáncer me lo detectaron en diciembre, por eso prefiero no hacerme la revisión ese mes por si me pasa algo. Sé que lo que estoy diciendo es ridículo y absurdo y que si te pasa algo no depende del mes en que estemos, pero no puedo evitarlo. Nada más salir de la consulta empieza a saltar el mensaje en mi móvil con el día y la hora a la que tengo que someterme a la próxima revisión. Esperemos que de aquí a entonces todo siga bien.