Anabel vivió una infancia sin su padre y superar eso fue difícil

Junto a Anabel, no solo ha estado su madre, sino también su tía Isabel. ¡Cuántas veces Anabel ha dicho que siempre la ha considerado una segunda madre! Esas palabras, de alguna manera, le han causado dolor a Merchi. Todas las madres queremos ser únicas y no queremos que nuestros hijos tengan más madres que nosotras. Desconozco en profundidad la relación que existía entre Isabel Pantoja y su hermano mayor, Bernardo. Está claro que no ha sido una relación fácil ni fluida. Ser una persona famosa y que los actos de tu hermano no te lo pongan fácil públicamente no debe ser nada cómodo. En el fondo, yo en mi caso, pensaría que es mi hermano. No le daría la espalda y le tendería mi mano para ayudarle. No sé si Isabel Pantoja lo ha hecho. A lo mejor lo ha hecho tantas veces que se ha cansado de hacerlo. En ese desconocimiento todos podemos forjarnos una opinión acertada o errónea. En mis más de treinta años de profesión nunca había tenido que vivir y retransmitir un tanatorio tan complicado, atípico y poco normal como el que viví el pasado viernes con la muerte de Bernardo Pantoja. No sé si alguna vez en esta familia se normalizarán las cosas.

A lo mejor se han metido tan de lleno en ese ‘modus vivendi’ que no saben salir de él. La ausencia de Isabel Pantoja en el tanatorio no me sorprendió. Ella fue donde sabía que iba a estar protegida e inalcanzable, el Hospital Virgen del Rocío, en el que su hermano falleció. A partir de ahí, vuelvo a decir que nada es muy normal ni muy natural. Me gustaría decir algo de Junco. Me parece una mujer muy discreta y pocos podrán decir que ella no ha estado al lado de su marido en los últimos años. Solamente espero que no caiga en el olvido cuando tan necesaria ha sido en el día a día de Bernardo. No sé lo que ocurrió realmente con Junco en ese hospital porque ninguno estábamos en esa habitación. Imagino que si ella llegó acompañada de personas que no le parecían bien al resto de la familia se lo harían saber, sin lugar a dudas. No sé si lo hicieron de la mejor manera. No sé si Anabel le pidió la medalla de su padre que llevaba colgada en el cuello, si Junco se la dio voluntariamente o si fue producto de una conversación amable. Espero y deseo que haya sido así porque, de ser de la otra manera que se ha contado, no me parecería bien por parte de mi compañera Anabel Pantoja.

No he hablado telefónicamente con Anabel estos días, pero sí le mandé un mensaje cariñoso. Sabía que la vida de su padre y la suya durante los últimos años había sido un calvario. Ahora, solo queda seguir hacia delante, pero no huyendo, sino entendiendo que la vida está llena de momentos muy complicados. Huir hacia delante es no enfrentarse con esos momentos duros con los que hay que aprender a vivir.