Los nietos de Carolina de Mónaco tendrán nacionalidad española

Actualizado a 25 de agosto de 2016, 12:34

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¡Venga, toca apretarse! ¡Dejen sitio para dos más! Porque dos personas pretenden formar parte de este país nuestro del que algunos quieren huir a uña de caballo. ¡Dos personitas, mejor dicho! ¿Ya? ¡Bomba! Allá voy: dos nietos de Carolina de Mónaco están tramitando la nacionalidad española. Sí, Sasha e India, los hijos de Andrea y Tatiana. No lo hacen ellos, que apenas saben juntar la eme con la a, pero sí sus padres, a los que pronto podremos llamar paisanos y darles incluso un codazo en el costillar porque serán de los nuestros. ¡Yo los animo desde aquí a que aprendan cantos regionales para integrarse! Tatiana Santo Domingo tiene doble nacionalidad, colombiana y española, y el matrimonio quiere que sus hijos sean también españoles. El asunto lo está tramitando un bufete londinense muy serio y, oigan, si es por mí, adelante, a ver si esto de ser español al final se va a poner de moda.


Dos ángeles caídos esta semana. El moreno, Mario Conde, en prisión. Estuve con él no hace mucho en un programa de televisión dedicado a su figura, presentado por una incómoda Ana Rosa Quintana que hizo todo lo posible por meter el bisturí en el personaje. Conde me pareció un egocéntrico pedante y soberbio, y su discurso era “qué guapo me hizo mi madre en este mundo tan feo”. No sé por qué la tomó conmigo y entre su secretaria y sus huestes se dedicaron a bombardearme por tierra, mar y aire con los más pintorescos insultos. Después me envió una nota incomprensible en la que se disculpaba porque me había confundido con Rosa Villacastín.

Me cuentan que Manuel Benítez está destrozado


El otro ángel caído, el rubio, es Manuel Benítez, ‘El Cordobés’. Me cuentan que está destrozado y que aúlla por las noches como una bestia herida porque se separa de su mujer, Martina Fraysse. Esa mujer que, con 20 años, entraba en una habitación del Hotel Córdoba, pasaba por encima de los cuerpos desnudos de las acompañantes del torero y se ponía a fumar tranquilamente al lado de la ventana, vestida, por supuesto. Esa mujer que siempre se lo consintió todo y que, según se decía, solo intervenía para organizarle la agenda y que no se le amontonaran las citas. Martina, tan enamorada de El Cordobés que una vez le dijo a un periodista, con sus ojos de pantera en llamas: “El día que Manuel se vaya, ¡yo con él!”. ¿Y esta mujer va a abandonarlo? Yo no entiendo mucho este empeño del otro Cordobés para obtener el amor de un padre que no quiere serlo. Si es por cariño por lo que lucha, que ya empiezo a dudarlo. Tristes guerras/ si no es amor la empresa/tristes, tristes…

Pero, bueno, ¿qué me pasa, doctor Google? ¿Nos estamos viniendo abajo? ¡No, ‘mi arma’, viva Sevilla! Hablaba yo el otro día aquí de Paquita Rico y me cuenta una periodista amiga que existen unas memorias escritas por la que fue su secretaria, Encarnita Molina, que causarían un terremoto apoteósico en el mundo del cotilleo folclórico. María Dolores Pradera, Antoñita Moreno, Esmeralda Mistral, la propia Paca aparecen en sus momentos íntimos y punto en boca, que no quiero ir a parar donde está el ángel caído moreno de más arriba. Encarnita murió hace años y esa bala está en manos de sus herederos, que nunca se han decidido a publicarlas. Pues ‘animarsus’, que diría la gran Lola. Que siempre nos confesaba a los plumillas: “Escribo papelitos y los guardo en una caja”. Esos papelitos hoy serían oro puro. Eh, Lolita, niña, a buscar esa caja. Te ayudo, si quieres.

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