Eras gracioso, con Gloria Camila formabas una pareja muy mona, los dos jovencitos y con vuestras riñas adolescentes. Tenías pinta de chulillo de barrio, de macarrilla, de outsider, de ‘pijoaparte’. ¡Eras la antítesis de Froilán, para entendernos! Sí, pero…
Ahora eres la bomba, querido Kiko. Te has trasmutado en un personaje con aplomo y arrojo, luces una belleza turbadora, tienes una voz muy varonil, vistes elegante y sonríes desdeñosamente cuando alguien se mete contigo, como si fueras un príncipe descreído de todo, lejano y destronado.
¡Se nota que la ambición te devora y estoy segura de que llegarás lejos, porque te lo has propuesto y porque lo vales! Puedes ser un Matamoros, un Carlos Lozano, un –¿por qué no?– Jorge Javier Vázquez. Atrás quedarán las novias que te auparon y ese tupé que no te favorece. Vuela alto, muchacho, que no te frene nadie.