Y otro secretillo más del emérito, don Juan Carlos. Un mensaje oculto quizás para… para… ¡Bárbara Rey! En estos días de regatas, suele llevar un reloj deportivo, un Rolex Daytona. Sí, es de suponer que es el mismo que le regaló la totanera hace la friolera de veintisiete años. Fue un regalo teledirigido. Juan Carlos se lo señaló en una revista, lo llevaba el magnate italiano Agnelli. “Si no sabes qué darme por mi cumpleaños, me gustaría un reloj como este”. ¿Cuánto costó? ¡Quinientas mil pesetas! Es un obsequio, sin embargo, de amargo recuerdo para la entrañable Bárbara. Esa noche de frío invierno en la casa de Boadilla del Monte, el rey abrió la elegante caja de color verde con la corona de la marca grabada en oro, dijo muchas gracias, le dio un beso en la mejilla, y después le comunicó con frialdad que lo suyo había terminado. Habían estado juntos dieciséis años.