Rodrigo Nogueira, el encantador de mujeres

Sin ningún tipo de escrúpulos, este gallego de 47 años, que ha sido condenado cuatro veces, acumula más de un centenar de víctimas

Mayka Navarro

Periodista especializada en sucesos y en ‘true crime’

Actualizado a 26 de septiembre de 2023, 20:40

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Cualquiera de nosotras pudo ser o podría llegar a ser una de las víctimas de Rodrigo Nogueira Iglesias, considerado uno de los mayores estafadores de mujeres y que a día de hoy sigue activo en España. Pude ser yo, usted que lee estas líneas, mi hermana, su amiga, una vecina... No se trata de ser más o menos lista, más o menos precavida, prudente, desconfiada, fea o más o menos guapa. Los estafadores como Rodrigo Nogueira son auténticos profesionales del engaño, unos depredadores emocionales que viven exclusivamente para someter, controlar, engañar y estafar a mujeres que caen en sus redes de seducción y de mentiras. Se calcula que en las últimas décadas, este gallego de 47 años llegó a estafar a más de un centenar de víctimas. A día de hoy, continúa con su actividad delictiva utilizando nuevas identidades en las distintas aplicaciones de las redes sociales con las que busca presas a las que aniquilar.

Telecinco estrenó la semana pasada en el documental de dos capítulos ‘La caza del encantador’ dedicado a este personaje. Un trabajo impactante e impecable que tiene el valor añadido de que por primera vez cuenta su historia a cámara alguna de sus víctimas. Unas mujeres de perfiles absolutamente dispares y residentes en varias comunidades autónomas, que en su momento se unieron y se organizaron para hacer lo que nunca hicieron ni los distintos cuerpos de las fuerzas de seguridad del Estado ni la justicia. El documental, dirigido por la periodista gallega Susana López Raña, cuenta con testimonios durísimos de mujeres que fueron extorsionadas por este hombre nacido en la preciosa localidad de Marín y que inventaba un nombre, una profesión y toda una vida que encajara en las necesidades de cada una de sus víctimas.

Algunas de estas mujeres, años después, siguen en tratamiento psicológico y psiquiátrico; otras tuvieron que pasar temporadas de cuidados especiales hospitalizadas en centros de salud mental y una de ellas desvela con lágrimas que se precipitan por sus mejillas cómo el individuo la animó a tener el hijo que esperaban y la manera en la que la abandonó para siempre cuando su bebé apenas tenía quince días. Un niño que ahora ya es un adolescente y que el día que hizo la Primera Comunión supo por su madre el tipo de calaña del que estaba hecho el que había sido su padre biológico. “Le pregunté si quería conocerlo y afortunadamente me dijo que no tenía ningún interés. Pero siempre he sabido que en la cabeza de mi hijo, cuando tuvo más detalles del personaje que era realmente su padre biológico, le bombardeaba la duda de si podría llegar a ser tan perverso como su progenitor. Como si la maldad se heredara. Y ya me he encargado de que sepa que no”.

El novio perfecto

El personaje es un psicópata de manual a juicio de los especialistas que han estudiado su modus operandi, que no siente ningún tipo de empatía hacia las víctimas, a las que no se conforma con robar el dinero, sino que las aniquila sentimental y emocionalmente. Rodrigo Nogueira utilizaba, y utiliza a día de hoy, las distintas plataformas y aplicaciones de las redes sociales para contactar con víctimas. Gael, Roi, Ezequiel, Roenzo, Ekaitz; de origen gallego, sueco, alemán; tatuador, chef de alta cocina, hacker, enfermero, músico, empresario, publicista... A cada una de las mujeres le contó una historia en la que había un nexo común de coincidencia. Alguna desgracia de tipo personal, una enfermedad irreversible, la muerte repentina de su padre, su madre o un hermano, que lograba despertar los sentimientos de compasión y cuidado de las mujeres a las que se acercaba.

“El novio o el amigo perfecto. Una auténtica fantasía. El hombre ideal con el que has fantaseado toda tu vida. Con una retórica maravillosa y unas cualidades casi de superdotado. Podías estar horas hablando con él y quedarte embobada escuchando sus increíbles historias. Vulnerable y sin miedo a abrirse en canal para mostrarte sus sentimientos...”. Esas son algunas de las definiciones que cuentan sus víctimas del personaje hasta que, de un día para otro, descubrieron que absolutamente todo era falso. Una mentira, un invento a conveniencia del estafador para lograr algún rédito económico de sus presas.

Gloria, una empresaria del País Vasco, ha liderado en la última década la cacería contra el estafador, invirtiendo muchísimo más dinero que la cantidad inicial que estafó, y dedicando horas y horas de su vida en desenmascarar al personaje y en descubrir a víctimas desamparadas y solas a las que ha ayudado de manera desinteresada. Geni, una barcelonesa de origen gallego programadora informática, se convirtió con Gloria en la otra pieza fundamental de la actuación coordinada del grupo. Unas mujeres que en su momento decidieron dar la cara y contar en primera persona lo que habían sufrido con el objetivo de romper estigmas y terminar con la falsa teoría de que las víctimas de este perfil de estafadores son una especie de ‘tontas’ que se creen cualquier cosa del primero que llega a sus vidas con tal de tener una pareja y algo de amor. Ni son tontas ni necesitaban nada y actuaron con la precaución y el cuidado que cualquiera de nosotras hubiera tenido. Pero no contaban con enfrentarse a un profesional del engaño y de la mentira que se dedicaba, desde hacía décadas, única y exclusivamente a engañar a mujeres, de las que vivía. Cuando las escuchas, entiendes mejor que era prácticamente imposible destapar al embaucador.

En la imagen, Jesús González, el actor que da vida a Rodrigo Nogueira en el documental 'La caza del encantador'.

Víctimas ignoradas

El documental pone en evidencia la impunidad absoluta con la que se mueve este y otros estafadores de su categoría. Unos delincuentes sin escrúpulos que saben perfectamente que las víctimas tienen que tener la suerte de caer en manos de un investigador comprometido y concienciado para que les hagan algo de caso y les presten atención. Porque la mayoría de ellas, como explican en el documental, abandonaron las comisarías cabizbajas y abatidas porque ni siquiera se les quiso recoger la denuncia que estaban dispuestas a presentar contra el individuo. La línea argumental del sistema policial y judicial siempre es la misma. Se trata de un dinero ‘prestado’ en un contexto de relación de confianza y de pareja. Y por tanto, eso no es un delito. Pero las mujeres víctimas de Nogueira rebaten que ese dinero se lo prestaron a otra persona que no resultó ser quien realmente se benefició. Y abogan porque se tengan en cuenta, como lesiones en el ámbito de la violencia machista, los daños psicológicos documentados en informes médicos que muchas de ellas han arrastrado con los años.

Una de las víctimas relata con la voz entrecortada y rota en más de una ocasión, como se enamoró de Rodrigo y la manera en la que la maltrató física y psicológicamente el tiempo que la mantuvo encerrada en una habitación de una casa de Burgos. Un tiempo en el que la mujer recibió insultos, a la que denegó intencionadamente medicamentos que necesitaba en ese momento y la aniquiló como persona haciéndola creer además que todo era culpa suya por no confiar en él. Además de las afectadas, en la miniserie participan expertos en ciberseguridad como Selva Orejón, consultora y experta en identidad digital, responsable de la empresa onBranding y que supuso una ayuda inestimable en la investigación liderada por las víctimas. También aparecen psicólogos criminalistas o forenses lingüísticos. “El lenguaje es un arma para seducir y engañar, para amenazar a las víctimas. Durante la investigación ofrecíamos a las víctimas palabras claves que Nogueira utilizaba en sus redes que podían desenmascararlo”, explica Sheila Queral, la forense lingüística, que se encargó de analizar el lenguaje de Rodrigo para identificar los términos más utilizados por el estafador y así tratar de descubrirlo en los nuevos perfiles en los que se ha ido ocultando. “Había campos semánticos utilizados por él, palabras relacionadas con el mundo felino, de la seducción y del sexo que eran muy recurrentes en sus discursos”.

El depredador sigue suelto

En más de hora y media de relato desgarrador las víctimas demostraron una alianza perfecta para conseguir desenmascarar al personaje. Todo saltó por los aires cuando Gloria, acompañada de otra víctima, acudió a la Ertzaintza tras ver un anuncio de segunda mano en el que se vendía el ordenador que ella había prestado a Nogueira y que nunca le había devuelto. “Lo tenemos’, les dije al resto de víctimas con las que ya estábamos organizadas. Cuando los agentes llegaron para detenerlo Rodrigo cometió un error. Salió de casa y tuvimos la suerte de poder entrar y encontrar debajo de la cama el disco duro portátil donde almacenaba todos sus trofeos. Cientos de nombres de mujeres, con sus fotografías familiares, imágenes en la intimidad, tarjetas de crédito... Fue horrible ver todo aquello. Era el trofeo de un cazador, pero a lo bestia”.

En febrero del 2021 se dictó la última sentencia que lo condenaba a un año de prisión por un delito de estafa con el agravante de reincidencia. Ya había sido juzgado por un delito similar en Bilbao. Por esta última condena tuvo que pagar una indemnización de 3.757 euros después de engañar a una joven madrileña y a su madre, haciéndose pasar por un empresario de éxito. Les pidió dinero después de haber convivido con ellas y haberse ganado su confianza. Era la cuarta pena después de que en el 2017 fuese condenado por la estafa de un hotel en Meaño, donde se alojó durante más de un mes, acompañado de otra de las víctimas que lamentablemente también fue condenada, pese a contar una y otra vez ante el tribunal que ella fue engañada. A finales de ese mismo año, la Audiencia de Bilbao dictó la primera sentencia contra Nogueira por engañar a una mujer, mientras que a principios del 2018 le cayeron nueve meses por maltrato en el ámbito de la violencia machista en Burgos. Ese mismo año también tuvo una segunda pena similar a esa por coacciones. Cuidado porque el depredador sigue suelto y de cacería.

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