El actor ultima un plan para rebajar el delito de Daniel de asesinato premeditado a homicidio imprudente y así evitar la pena de muerte Daniel Sancho trata de ganar tiempo. El chef de 29 años, nieto de Sancho Gracia e hijo de los actores Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo, que confesó haber matado y descuartizado al cirujano colombiano Edwin Arrieta en Tailandia hace ya tres meses, logró la semana pasada un aplazamiento de la vista en la que la Fiscalía iba a formalizar su acusación. Sin abogado tailandés que lo represente todavía, los letrados que trabajan en su defensa desde España lograron forzar el aplazamiento en el momento en el que el joven solicitó la presencia de un traductor al español. Ante la imposibilidad de encontrarlo, los magistrados aplazaron la vista hasta el próximo 13 de noviembre, cuando Daniel Sancho volverá a ser excarcelado para presentarse de nuevo ante la corte.
Traducción bajo sospecha
La embajada española en Tailandia ha puesto a disposición de la familia, a través del comisario de la Policía Nacional desplazado a Bangkok como oficial de enlace de Interior, un traductor que ayude al acusado en la próxima vista. Para entonces, Sancho ya debería haber conseguido un abogado tailandés, indispensable para seguir adelante con el proceso. Hasta ahora, la familia de Sancho ha contactado hasta con tres despachos tailandeses con los que no ha habido acuerdo en la estrategia de defensa. En los últimos días se han producido conversaciones con un bufete francés, con delegación en Bangkok. Unas reuniones en las que ha participado Rodolfo Sancho, que la semana pasada regresó de nuevo a Tailandia para acompañar a su hijo en la vista y que ha aprovechado para visitarle varios días en prisión.Para la vista aplazada de la semana pasada, el tribunal de la isla de Samui, donde el joven está preso desde el 7 de agosto, le había asignado un abogado de oficio, Krit Sudthanom. La Fiscalía de Tailandia ya entregó en esas fechas su informe definitivo sobre el crimen. Un documento contundente en el que el ministerio público hace suya la tesis de la policía y acusa al español de asesinato premeditado, ocultación del cuerpo y destrucción de documentación ajena. Solo el primero de los delitos se castiga con la pena de muerte. El Código Penal de Tailandia prevé la pena de muerte para delitos como el asesinato con premeditación, pero, de dictarse, suele ser conmutada después por la cadena perpetua. Esa misma legislación contempla también que la confesión y la cooperación del acusado pueden ayudar a reducir significativamente la pena, como el propio juez recordó a Daniel Sancho el 7 de agosto, cuando pasó a disposición judicial dos días después de ser detenido.
Traducción imparcial
El abogado Marcos García Montes coordina desde España la defensa del cocinero, que pasa por tratar de conseguir la nulidad de las actuaciones basándose en que, durante toda la instrucción, el acusado no contó con traductor oficial. Ni siquiera el día que realizó la reconstrucción del crimen en el apartamento del hotel en el que mató al cirujano y durante la que Sancho confesó el crimen y la manera en la que descuartizó al colombiano. Una confesión que se hizo sin traductor independiente, pero sí con la presencia de una traductora que habitualmente trabaja con la policía y que a criterio de la defensa tradujo de manera parcial e interesada lo que trasladaba el acusado. La defensa pretende también desmontar la tesis de que el crimen fue premeditado en base a dos elementos. El primero, que se habría producido una pelea entre Daniel y Edwin aquella misma noche durante la que el cirujano no solo amenazó al joven con hacer daño a su familia, sino que le mordió en un brazo. Una mordedura de la que habría marca y que un forense odontólogo debería acreditar que solo pudo realizar el fallecido mediante un molde de la dentadura de Edwin fabricado a partir de sus restos. El segundo elemento es el visado. Un documento que señala cómo Sancho tenía previsto abandonar el país casi 20 días después del crimen, lo que hace sostener a su defensa que, cuando llegó a Tailandia, nunca tuvo entre sus planes acabar con la vida del cirujano colombiano.
La fiscalía, contundente
La voluntad del equipo de García Montes es rebajar la acusación de la Fiscalía hasta los cargos de homicidio imprudente y ocultación del cadáver. Y no será fácil, porque el informe es incluso más contundente de lo que en su día fue el de la Policía. Sostiene el ministerio público que Daniel Sancho “golpeó de forma severa muchas veces a Edwin Arrieta” y que esas heridas afectaron a órganos vitales de la víctima, hasta producirle la muerte. Admite, sin embargo, la Fiscalía que el hecho de no haberse localizado el torso de la víctima, y por tanto carecer de estómago, impidió a los forenses determinar en la autopsia la causa exacta de la muerte. En cuanto a la premeditación del crimen, para los fiscales no cabe duda de que Sancho “hizo planes y preparativos para matar”. Y que el joven “se atrevió a utilizar varios cuchillos, y que fue con uno de los más pequeños con el que cortó y desmembró” el cadáver. Del cuerpo, prosigue el documento, “se sustrajeron varios trozos envueltos en film transparente” para después guardar en bolsas de plástico las diferentes partes del cuerpo. La Fiscalía ya advierte de su negativa a la puesta en libertad condicional del acusado ante el elevado riesgo de fuga, de salida del país o de que pueda influir o presionar a los testigos del caso. Daniel Sancho ya confesó a la policía que había apuñalado a Arrieta, que cayó y que se golpeó la cabeza y que murió. Relató que había tardado unas tres horas en descuartizarlo y que empleó un día para limpiar la habitación del hotel, que fue escenario del crimen.
Así fue el crimen
El cocinero conoció al médico hace un año en Instagram, donde compartían el gusto por la gastronomía y los viajes. Tras varios encuentros, que según la confesión de Sancho incluían amistad, sexo y dinero, los dos hombres se citaron en la paradisíaca isla tailandesa de Koh Phangan para asistir a la fiesta de la luna llena. Sancho llegó un par de días antes y compró guantes, bolsas, un cuchillo, estropajos y lejía. El miércoles 2 de agosto, tras recoger en moto a Arrieta, pasear por la isla y cenar juntos, mató al colombiano en el contexto de una pelea en la que, según la versión del joven, el médico le coaccionó con hacer públicas imágenes de contenido sexual si Sancho lo dejaba. La policía encontró las supuestas amenazas de muerte de la víctima en el teléfono del asesino, que declaró sentirse “rehén” de la obsesión de Edwin. Tras el crimen, el español descuartizó el cadáver y tiró los restos humanos en un vertedero y en el fondo del mar, para lo que compró un kayak por unos 1.000 dólares. Después acudió a la fiesta de la luna llena con dos jóvenes y más tarde se acercó a la comisaría para denunciar la desaparición de su amigo. Lo hizo tras recibir multitud de mensajes y llamadas de la hermana y de una amiga de Arrieta. Las dos mujeres no conocían al joven español, pero supieron por el Instagram de su hermano que estaban juntos en Tailandia. Ellas estaban preocupadas porque Edwin hablaba varias veces al día con su familia y hacía horas que no sabían nada de él. Para entonces, la policía ya había encontrado su pelvis en una bolsa de basura de un vertedero de la isla. Aquella noche Sancho ya salió de la comisaría esposado.
Daniel Sancho trató de ser tenista y después, cocinero. En sus redes sociales se prodigaba con imágenes en caros restaurantes madrileños, fiestas en Ibiza o de viaje por la Riviera Maya mexicana, Perú, Lanzarote o Tailandia. Gracias a esas imágenes se conocieron muchos de los encuentros que mantuvo con Arrieta en los últimos meses antes del crimen.
La incógnita del dinero
Arrieta, por su parte, nació en la modesta Lorica, un municipio del norte de Colombia, en un hogar muy católico. “Desde niño, tenía dos sueños: ser médico y conocer el mundo”, contó en su momento Darlín Arrieta, la hermana mayor. Y cumplió los dos. Se formó en Argentina donde se especializó en cirugía plástica hasta convertirse en un exitoso médico que pasaba la mitad del mes en Chile y la otra en Colombia. A España fue “como cinco veces en los últimos 10 meses”, explicó su amigo Silvio Suárez, al que sí había compartido su intención de vivir en España. “Decía que estaba trabajando en la convalidación de sus documentos profesionales para ejercer y que tenía planes de montar negocios en Madrid”. Sus amigos lo describieron como el anfitrión perfecto, educado y respetuoso. Una de las incógnitas del caso es saber por qué Arrieta viajó a Tailandia con 80.000 dólares, casi 73.000 euros, en efectivo. Un dinero que fue encontrado por la policía en su habitación del hotel. La familia del médico siempre se ha mostrado confiada en la justicia tailandesa y reclaman una condena ejemplar, aunque no creen en la pena de muerte. “El único que quita y da la vida es Dios”, asegura la hermana mayor de Edwin Arrieta.