Carlota Casiraghi ha cambiado de novio pero no de vida. El actor francés de origen marroquí Gad Elmaleh ha sido sustituido en el corazón de la hija de Carolina por el cineasta italiano Lamberto Sanfelice, otro artista bohemio para la joven que ejerce de musa de Gucci. Parece que Carlota no solo ha heredado el estilo y belleza de su madre, también su aparente mala suerte en el amor, aunque mejor debería hablarse de cierta inestabilidad emocional en el caso de la hija que no parece muy dispuesta a sentar la cabeza.
La niña Carlota siempre ha sido la mimada de la familia, aunque se parece a su madre, en realidad tiene más cosas en común con su tía Estefanía más libre de ataduras convencionales que Carolina. Carlota Casiraghi empezó a salir con niños ricos amigos de sus hermanos como Alex Dellall, hermano de Alice, que fue novia de Pierre Casiraghi. Carlota acudió con Alex a la boda de Alberto y Charlene de Mónaco, celebrada el mes de julio de 2011, pero poco después la pareja rompía y la hija de Carolina, que ahora tiene 29 años, se enamoraba de un cómico francés, catorce años mayor que ella, con el que en 2013 tuvo a su hijo, Rafael. La unión no ha durado ni cuatro años, pero en este tiempo Elmaleh ha visto como aumentaba su fama gracias a su relación con la princesita monegasca con la que compartió su casa de Los Ángeles y su apartamento en París. Según cuentan, a Carlota y Gad les ha separado sus distintos ritmos vitales, el tiene una carrera ascendente que le obliga a vivir entre Estados Unidos y Francia y ella desea la estabilidad de su pequeño principado, donde ha puesto en marcha la organización de seminarios filosóficos. No me parece que la chica sea muy profunda, como tampoco me parece, a pesar de todo, que sea la heredera de su madre y mucho menos de su abuela. Carlota no tiene el estilo de Carolina, ni la clase de Grace, es algo más bruta aunque no tanto como Estefanía, claro. Es, en definitiva, una de esas bellas sin alma a las que no se les supone una vida interior. No es que sea una frívola, ni una sinsustancia, pero hay algo en ella que la hace inconsistente.
Carlota conoció a su nuevo amor en el pasado festival de cine de Berlín que se celebró en febrero y a las pocas semanas, las revistas francesas ya decían que su relación con Gad Elmaleh estaba al borde de la ruptura. Aunque el actor francés se ha labrado una gran fama gracias a su extraordinaria comicidad, al parecer a Carlota ya no le hacían gracia sus chistes y los ha cambiado por la aparente profundidad de Lamberto Sanfelice, un desconocido director italiano que ha dirigido una sola película, un cortometraje titulado “Cloro” y calificada dentro del cine de culto lo que permite suponer que será algún otro rollazo.
Mientras Carlota andaba de mudanzas emocionales, Carolina ha marcado un nuevo hito en su vida llevando el Ballet de Montecarlo hasta Cuba y protagonizando una entrañable foto junto a la mítica bailarina Alicia Alonso, quien a sus 93 años sigue dirigiendo el Ballet de Cuba, una formación de la que han salido muchos de los artistas que han nutrido los conjuntos de baile clásico de todo el mundo, entre ellos el de Montecarlo. Carolina viajó junto a su hijo Pierre y su nuera Beatriz Borromeo que esos sí, forman la pareja más armónica de la familia real monegasca. Los dos son jóvenes, guapos y modernos y adornan una barbaridad, además son trabajadores y comprometidos. Nada que ver con Andrea Casiraghi que aún no ha encontrado su lugar en el mundo y que suerte ha tenido de casarse con Tatiana Santo Domingo, muy rica pero también muy sensata. De no ser por ella, el hijo mayor de Carolina se habría perdido hace tiempo.
En estos momentos, a pesar de que Alberto es el soberano monegasco y Charlene, la princesa titular, los auténticos señores de Mónaco son Carolina, Pierre y Beatrice, porque ellos solos sostienen la Roca del Principado. Los demás, van a lo suyo.