Nadia Calviño se queda a las puertas de convertirse en la presidenta del Eurogrupo y resulta curioso cómo recogen la noticia algunos medios. Diríase que celebran la derrota, porque así tienen un motivo más para cargar contra el gobierno de coalición. Vienen a decir que esto nos pasa por tener a los bolivarianos infiltrados en nuestras instituciones; o sea, más de lo mismo. Escuchas hablar a un líder de la derecha o la ultraderecha y sabes que si su parlamento dura más de 30 segundos pronunciará inexorablemente alguna de estas tres palabras: Venezuela, Maduro o ETA. Los más osados incluso las utilizan en una misma frase. Es cuestión de práctica, tampoco es tan difícil. Asimilas tanto el discurso que si un día te levantas con dolor de cabeza es, como todo el mundo sabe, culpa de Maduro.
A veces me da apuro escuchar cómo arrastran el nombre de ese país. Bastante tienen los venezolanos que viven allí para que encima utilicemos el nombre de su patria como ejemplo del malvivir. Yo vivía en San Roque, uno de los barrios más conflictivos de Badalona, y me daba mucha rabia que nos pusieran como ejemplo, precisamente, del mal ejemplo. Sabía que mi barrio era un desastre, pero era mi barrio y le tenía cariño. Sigue siendo mi barrio y le sigo teniendo cariño, pero más nos hubiera valido que nos echasen un cable a que nos pisotearan públicamente. ¡Cómo son los cosas!
En este mismo blog he criticado sin contemplaciones a Pablo Iglesias. Le he dado hasta en el cielo del paladar y ahora que le caen hostias como panes voy con él. No hay más que ver quién le critica para no querer pertenecer a ese bando. Prefiero cien mil Pablos Iglesias a media persona de las que lo ponen a parir.
La política ya es como el fútbol: vas con tu equipo aunque sepas que juega mal. Voy con Iglesias y muchísimo con Yolanda Díaz y con Carmen Lomana, para que veáis qué batiburrillo de cabeza tengo. Le dicen a Carmen que me he reído de ella porque vota al PP y ella me contesta en un consultorio que tiene en un programa de radio. La contestación no la quiero escuchar por si las moscas, pero le pongo un mensaje para que no se deje malmeter. No solo no me río de ella, sino que considero necesario y fundamental que exista gente como Lomana. Gente que entre, salga, gaste, compre, valore el entramado empresarial que hay detrás de una falda y que mueva el dinero.
La semana pasada voy dos veces al centro de Madrid y se me cae el alma a los pies. Cuántos restaurantes cerrados. Cuántos hoteles sin abrir. Cuántas tiendas en liquidación. Gastar me parecía antes frívolo y ahora siento que es casi un deber. Yo, como decía Cantinflas: “No quiero que no haya ricos. Lo que quiero es que no haya pobres”. La de gastar es una máxima que ha llevado a rajatabla durante toda su vida el rey emérito. Así, como único reproche, le podría decir queen vez de a Corinna le podría haber endosado los 65 millones de euros a una española. Al menos las perras se hubieran quedado entre nosotros. Llámame raro, pero veo más patriota eso que rendir honores a la bandera de un país del que te has aprovechado para pegarte la vida padre.