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Marta Riesco es un ejemplo a no seguir. Su caso debería estudiarse en todas las universidades del mundo: cómo una mujer puede echar a perder su vida profesional en tres cuartos de hora. Marta es una reportera que cumplía adecuadamente su trabajo. No resultaba simpática, que para los programas de entretenimiento es un plus, pero su antipatía tampoco chirriaba en exceso.