Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

"Llevo varios días soñando con deportes de riesgo. La culpa la tiene Jesús Calleja"

Llevo varios días soñando con deportes de riesgo. La culpa la tiene Jesús Calleja. En la última cena de Navidad de la empresa me asaltó en un ascensor cuando ya me iba para casa y me propuso, delante de Pedro Piqueras, que fuera a su programa. Yo le dije que sí, que ya veríamos, que si quieres arroz, Catalina. Pedro, entre risas, me aconsejó que no fuera jamás, que estuvo a punto de cargarse a Albert Rivera. Pero como no sé decir que no, el lunes me voy catorce días a la Polinesia con él. ¿No querías caldo? Pues toma dos tazas. Detesto el riesgo desde que tengo uso de razón. Cuando tenía ocho o nueve años me apuntaron a una piscina para aprender a nadar y me tuvieron que borrar al poco tiempo porque mis gritos se oían desde Sebastopol. Gracias a esa experiencia supe lo que era estar deprimido. Lo estuve durante el poco tiempo que duré en el curso. Con el paso de los años no aprendí a nadar –me sujeto con torpeza en el agua- y no sé tirarme de cabeza. No sé esquiar. No sé escalar. No me gusta correr. Entonces, ¿por qué insiste tanto Calleja en llevarme a su programa? Me huelo que hay gato encerrado. Tres cosas conozco de la Polinesia: que está muy lejos –veinticuatro horas de vuelo-,  que allí pinto Gaughin su Mata Mua y que fue en Tahití donde nació Vaitiare, una bella muchacha que fue novia de Julio Iglesias allá por el Pleistoceno.