Es difícil trabajar con Lequio y no cogerle cariño porque es un niño grande. Detrás de esa fachada de hombretón intransigente, provocador y a veces maleducado anida un chiquillo inseguro necesitado de mimos. Le gusta la vida y divertirse. No sé si peligrosamente. Espero que sí, porque a veces es la única manera de sacarle punta a nuestra existencia. Desconozco si ha tenido algo con Olvido Hormigos. A estas alturas de la serie no sé por qué capítulo va la historia pero me da la impresión de que Lequio no está manejando la historia con solvencia. Él y María Palacios están cometiendo errores de principiante. Respondiendo a las palabras de Olvido alimentan la película y consiguen que el personaje crezca. Ya lo decía Pantoja, recordad, “dientes, dientes”. Lequio lo tiene crudo porque a corto plazo Olvido no tiene nada que perder. Ha decidido convertirse en la abanderada de las mujeres liberadas y se presenta en cualquier plató que la requieran para reivindicar su derecho a hacer lo que le dé la gana. Entiendo a Olvido cuando manifiesta su necesidad de no ser juzgada. Pero creo que televisivamente se comporta de una manera egoísta. Supongo que si yo tuviera hijos no les obligaría a llevar el peso de la fama que tiene Olvido. Que es cuando menos, controvertida. Pretender que a unos críos no les afecte las barbaridades que escuchan acerca de su madre es simple y llanamente una quimera.para contribuir, de nuevo, a la buena imagen de la familia real.