Creo que flotaba en el ambiente la idea de que Belén y Mila se iban a enzarzar de mala manera, pero a mí me daba la impresión, no sé por qué, de que la batalla iba a ser menos encarnizada de lo previsto.
Ambas se conocen muy bien y como buenas estrategas saben con quién les conviene ir a la guerra y con quién no. Y, sobre todo, porque ambas se quieren. No sé de qué manera, pero es imposible que después de diez años no sea así.
Han pasado juntas muy buenos y muy malos momentos. Se tienen cogidas las medidas y saben hasta dónde pueden llegar. Tiran a dar, pero no a matar porque ya somos todos muy mayores para hacernos más daño del que ya conocemos. Les unen más cosas de las que les separan.
Ahora solo nos queda verlas pelearse por cuál de las ediciones de su ‘reality’ fue más dura. En eso, se parecen a los hombres y sus milis: cada uno tenía mitificada la suya como la más terrible.
Deshago del todo la maleta de Tailandia y me encuentro con dos cajas de preservativos intactas. Me las regaló C.: una con efecto retardante y otra piel con piel o algo así. Me recomienda mi amigo Jon que me apunte a un curso de globoflexia para no desperdiciarlos. Le haré caso porque la perspectiva de acostarme con alguien no está contemplada en este trimestre.