El sábado, mientras estoy viendo ‘Viva la vida’, aprovecho para hacer un experimento. Emma García está entrevistando a Ana María Aldón, que está en El Rocío. Quito la voz a la televisión y agudizo los sentidos para ver qué sensaciones me provoca Aldón. Y pese a que Emma le está preguntando por varios sucesos conflictivos, Ana María transmite una paz de manual. Es más, en algunos momentos se muestra muy didáctica a la hora de mover las manos, como hacen algunos políticos. No se inmuta y, cuando parece que se va a alterar, se llama a sí misma al orden y vuelve de nuevo a su posición de esfinge andaluza.