Después de muchos años he vuelto a la localidad alicantina de Campoamor, donde he sido tan feliz en los momentos después de mi primer tratamiento de quimioterapia. Aquí, desde donde escribo estas líneas, he iniciado el verano durante algunos años y he disfrutado del acogimiento de mi amiga África y de su marido, Gonzalo.
Esta vez he venido con algunas de mis amigas del grupo “Las chicas de los jueves”, del que ya os he hablado más de una vez. Hemos aprovechado la coyuntura de que nuestra amiga Marga se casa el próximo 10 de septiembre y hemos hecho una especie de despedida de soltera. Para ello, Belén compró una especie de tutú blanco y un tocado con un pequeño velo. Marga se lo puso desde el primer momento.
Yo no me pude incorporar hasta el viernes por la noche porque presentaba ‘Sálvame’. Así que le pedí a mis directores si me dejaban salir un poco antes de terminar el programa para no llegar muy tarde a Campoamor porque viajaba en coche. A las 19:22 h salgo de la tele y mi conductor –ya sabéis que no conduzco– sigue las indicaciones que le dan mis amigas para llegar lo más rápido posible. Cuando estoy en la AP-36 kilómetro 28 llegando al peaje, salta un testigo del coche indicando que revisemos la presión de los neumáticos. Esto le llama la atención al conductor porque es algo que ya había hecho antes de salir de viaje. No queremos seguir hasta llegar a una gasolinera y antes de pasar el peaje nos apartamos y paramos. Me bajo del coche y veo aterrorizada cómo la rueda delantera del lado derecho está completamente abajo. Hablamos de un Mercedes que pesa más de 2.000 kilos. No me puedo creer que solo llevemos cien kilómetros de Madrid y ya nos haya pasado esto.
Cuando yo viajo en coche a la playa voy cargada hasta arriba y llevo seis litros de gazpacho, cuatro ‘tuppers’ de ensaladilla rusa y más de veinte filetes empanados. Este es mi estilo. A mí me da pavor ir en coche, y la aventura de irme hasta Alicante era tela marinera para mí y encima nos pasa este contratiempo. Intentamos cambiar la rueda y no hay manera de quitar los tornillos. Así que pedimos ayuda. El problema es que la rueda de repuesto es de esas con las que no puedes circular a más de 80 km/h. Además, hay que ir parando cada cien kilómetros porque se calienta. Como veis, mi aventura de venir a Campoamor se convirtió en un viaje de ocho horas: llegué a las 3:15 h de la madrugada. Menos mal que mis amigas iban poniéndome mensajes para animarme.