Tamara Falcó (41 años) e Íñigo Onieva (34 años) celebraron el pasado 8 de julio una de las bodas más esperadas y multitudinarias (más de 400 invitados) del año. La pareja, que se encuentra ya de luna de miel en Sudáfrica (aunque han sufrido algún que otro percance durante el camino), ha sabido desde un principio sacarle partido económico a su relación, pero a partir de ahora todavía más.
La marquesa de Griñón y su marido (es raro llamar al empresario así después de la serie de catastróficas desdichas que han sufrido, incluida la infidelidad), anunciaron hace unos meses que iban a abrir un restaurante en el Palacio El Rincón, el lugar idílico para que Tamara pueda desarrollar su faceta como chef, pero no ha sido hasta ahora que han oficializado los trámites para comenzar con el proyecto.
Tamara e Íñigo, una relación de provecho
Después de muchos dramas, reconciliaciones, problemas con las marcas que han patrocinado la boda (no se puede negar que ha sido una gran publicidad durante meses), Tamara e Íñigo han dado un paso hacia delante y han formalizado su nueva fuente de ingresos. Y es que aunque todavía no se sepa cuál es su intención con la empresa, sus nombres ya aparecen en la misma. Su visión de negocio es innegable y desde luego la pareja quiere que su matrimonio no se limite al plano sentimental, sino que puedan trabajar mano a mano (con menos posibilidades también de que se pierdan de vista y puedan ocurrir cosas inesperadas).
De hecho, pocos días de celebrar su enlace se ha descubierto que se han dado de alta en Hacienda y que han registrado el nombre de la empresa con un capital social mínimo de 3.012 euros. "Hay cosas que no tienen del todo claro, en especial Tamara. Serán socios. Ella no sabe si será en hostelería. Ella ha intentado asesorarse de posibles situaciones y de qué pasaría si la cosa no saliera bien. Hay cierta desconfianza", ha contado Cristina Tárrega explicado en 'El programa de Ana Rosa', donde la presentadora de 'La vida sin filtros' ha dejado claro que hay muchos detalles que todavía no han atados y sobre todo ciertos miedos por parte de la marquesa. Ha sido entonces cuando Joaquín Prat se ha atrevido a aconsejar a Tamara y recordarle "lo importante que es que todo esté claro en los negocios".
Lo cierto es que Tamara ha sabido a lo largo de los meses sacarle buen provecho y mucha rentabilidad a su relación con Íñigo. Pero, ¿cómo hemos recibido la información sobre su vida? Por el lado del empresario, de manera impaciente y escueta, mientras que la marquesa siempre ha dosificado qué decir y dónde decirlo. Por ejemplo, anunció que celebraría una pedida de mano en 'El Hormiguero', pero hasta hace pocas semanas no mostró las inéditas fotografías de la pedida en su Instagram. O el drama del vestido de Sophie et Voilá que nadie esperaba: un jugoso comunicado, un cambio de última hora, viajes a Nueva York a Carolina Herrera y una respuesta de la firma meses después del desencuentro.
La otra gran sorpresa fue poder entrar en una fiesta tan exclusiva, tan lujosa, solo accesible para unos pocos (muy pocos). La diseñadora nos 'coló' en Villa Meona y en tan significativo momento a través de sus redes sociales, donde compartió un divertido vídeo de toda la familia disfrutando de las compañía, los juegos y la música, señalando el otro canal importante a través del que revela su vida.
Problemas con su nuevo hogar
Aunque el deseo de Tamara e Íñigo era mudarse al ático al regreso de su luna de miel, no podrá ser. Según ha publicado la revista Semana, desde el círculo íntimo de la hija de Isabel Preysler han aseguarado que la reforma aún no ha terminado y se podría alargar varios meses más. Hasta ese momento, el matrimonio seguirá viviendo en el piso que tiene alquilado en el céntrico barrio de las salesas.
Según contaron hace unos días desde el programa presentado por Sonsoles Ónega, de un día para otro la marquesa de Griñón comunicó que necesitaba la casa cuanto antes. Conscientes de todo el trabajo que tenían por delante, informaron a la influencer, que se encuentra ahora en Sudáfrica junto a su amado, de que necesitaban un tiempo prudencial, algo que no habría gustado a Tamara hasta el punto que no dudó en cambiar la empresa de reformas sin previo aviso. Algo muy parecido a lo que ocurrió con su vestido de novia y la firma española 'Sophie et voilà', que incluso llegaron a mandar un comunicado revelando que la relación entre firma y clienta no había acabado demasiado bien.