La reina Letizia estrena corona

Actualizado a 23 de febrero de 2017, 13:00

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Letizia, por fin, se ha coronado como Reina. En la cena de gala ofrecida por los Reyes al presidente de Argentina, Mauricio Macri, y su esposa, Juliana Awada, la Reina lució, por primera vez, la tiara de la Flor de Lys, una joya centenaria, estrenada por la reina Victoria Eugenia en 1906 y que simboliza el esplendor de la Corona. Llevar esa diadema, cuajada de brillantes, de un valor material e histórico incalculable, debe imponer y mucho y además, como pesa lo suyo, (por gramos y por la historia) no debe ser fácil sostenerla encima de la cabeza y andar erguida. Se necesita mucha práctica y ya me imagino a Letizia recorriendo el salón de su casa con la tiara puesta como haces con los zapatos de tacón para ir acostumbrándote antes de estrenarlos en público.

Hay que reconocer que Letizia nunca ha sido amiga de joyas, es mas su querencia por la bisutería o por piezas asequibles de piezas semipreciosas como algunos pendientes de Tous, indican que prefiere la contención pero cuando se pone, se pone.

Las primeras joyas que llevó en su vida oficial fueron los dos magníficos broches de brillantes y rubíes, que habían pertenecido a la condesa de Barcelona, que lució en el escote del espectacular vestido rojo de Lorenzo Caprile que estrenó, una semana antes de su propia boda, en el enlace de los príncipes Federico y Mary de Dinamarca. Estuvo magnífica y esa presencia auguró un estilo que no tuvo continuidad.

En la víspera de su boda, Letizia llevó un conjuntito de pendientes y colgante de oro blanco, brillantes y zafiros, discretos a la par que prescindibles. Para s boda eligió la única tiara del joyero real que no pertenecía a la familia real española, sino a los Hannover, la rama alemana de la reina Sofía, una pieza que perteneció a Sofía de Prusia y que de ella pasó su hija, Federica de Grecia y a la reina Sofía.

Ya como princesa de Asturias, en las ocasiones que tuvo que utilizar tiara, principalmente en las cenas de gala en el Palacio Real y en las bodas de otras casas reales, Letizia combinó el uso de la tiara que lució en su boda con el de la llamada tiara floral, una filigrana que oerteneció a la reina María Mercedes, esposa de Alfonso XII, y que tras ser vendida y perderse, fue comprada por una joyería de Madrid en donde la adquirió el gobierno de Franco para regalársela a la princesas Sofía con motivo de su boda con el príncipe Juan Carlos.

La diadema floral fue también la elegida por la infanta Cristina para lucirla en su boda con Iñaki Urdangarin y una de sus preferidas por lo que no se descarta que, entre las muchas razones para entender las primeras desavenencias entre la princesa Letizia y su cuñada esté la de haberse disputado el uso de esa joya histórica.

Como Reina, Letizia siguió usando la diadema floral, fundamentalmente porque, a pesar de su trabajo de orfebrería y su valor histórico, es de menos valor material, pues es de plata y la talla de sus brillantes los coloca al borde de los cristales. Hasta su aparición en la fiesta del 70º cumpleaños de la reina Margarita de Dinamarca, la Reina no lució la tiara que le regaló su marido para que iniciara su propio joyero, una pieza de diseño más sencillo, con brillantes y perlas y también más prescindible de la que únicamente destaca la flor de lys del centro, emblema de los Borbónes, que puede extraerse para ser utilizado como broche.

Pero faltaba que Letizia se decidiera, por fin, a abrir el joyero real, donde se guardan las llamadas “joyas de pasar”, unas piezas que no pertenecen a quienes las usan sino a la Corona y que pasan de una reina a la siguiente. Historia de la Corona y también símbolo del Estado y que, le guste o no le guste, la Reina debe lucir en las grandes ocasiones en las que representa al país, de la misma manera que nadie entendería que luciera sus brillantes cuando hace un viaje de cooperación. Todo tiene su momento y el de lucir la tiara de la Flor de Lys y los pendientes de brillantes a juego, que por cierto llevó la infanta Cristina el día de su boda (otro mensaje quizá cuando está pasando lo que está pasando) ha llegado.

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