Durante un tiempo, Isabel Presyler (73 años) y Mario Vargas-Llosa (88 años) formaron una de las parejas más populares del panorama nacional. La socialité y el escritor fueron los claros protagonistas de los focos tras destaparse su sonado romance. Aunque el amor duró bastante tiempo, llegando a estar juntos unos largos 8 años, la pareja decidió poner punto y final a su noviazgo, tomando caminos separados. Desde hace unos meses, Isabel estaba tranquila en Madrid, disfrutando incluso del nuevo restaurante de su yerno, Iñigo Onieva (34 años) o saliendo a cenar con su hija, Tamara Falcó (43 años), pero lo que no esperaba era que su expareja iba a volver a la capital junto al resto de su familia.
Mario Vargas-Llosa vuelve a Madrid
Según comentan desde ‘Vanitatis’ el premio Nobel ha vuelto a su casa del centro de Madrid junto a toda su familia. Tras pasar unos cuantos meses disfrutando de Lima, Perú, país de origen del escritor, ahora este habría vuelto a su residencia en la calle de la Flora, en Madrid, donde diferentes testigos le han visto y se lo han comunicado al citado medio, que afirma que sus fuentes le aseguran que este viaje ya estaba previsto de cara a poder abordar diferentes compromisos laborales del novelista. La única duda respecto a si este viaje se podría llevar a cabo era el estado de salud de Mario, cuya edad ya le ha provocado algún que otro susto en el pasado. De hecho, el pasado mes de marzo se aseguró que éste habría sido incluso ingresado, información que su familia desmintió.
"La información es falsa. Mi padre no está ni ha estado hospitalizado. Está con su familia, pasando unas semanas en Lima", afirmó a ‘Vanitatis’ el hijo mayor del escritor. Aunque se desmintió ese ingreso, lo cierto es que el autor sufrió una neumonía que podría haber llegado a ser bastante grave pero que estuvo controlada en todo momento, siendo tratado por los mejores equipos de médicos tanto en Madrid como en Nueva York o Lima. Entre todos los doctores poseen la información médica pertinente sobre el estado y los avances de la salud de Mario de cara a poder tratarle de la mejor manera posible. Ahora, Vargas-Llosa ya se encuentra en Madrid, ciudad en la que también vive su expareja, donde pretenden pasar una temporada toda la familia al completo, al menos hasta que el escritor termine sus compromisos profesionales.
Nuevos datos sobre la ruptura entre Isabel y Mario
Casi dos años después de su separación, hace poco salieron a la luz nuevos datos sobre la ruptura entre Isabel Presyler y Mario Vargas-Llosa. Esto ha sido debido a que la periodista Paloma Barrientos ha publicado una versión actualizada de la biografía de la socialité, ‘Reina de Corazones’ en la que ha navegado un poco más profundo en algunos hechos importantes de la vida de Isabel, como la relación con el novelista, asegurando que su relación acabó debido a los celos del peruano. Este libro se publicó hace 30 años, habiéndose actualizado ahora con nueva información sobre la vida de la exmujer de Julio Iglesias. En el programa ‘Vamos a ver’, de Telecinco, la propia Paloma comentaba que ''lo más importante es la muerte de Miguel Boyer, que marca un antes y un después en la vida de Isabel Preysler, y sobre todo su noviazgo con Mario Vargas-Llosa'', aseguraba, añadiendo las razones de su ruptura: ''Nadie esperaba que Isabel se comportara de esa manera, nunca ha hablado mal de sus exparejas, ni ellas tampoco. Sin embargo, aquí se establece una guerra de comunicados cuando el escritor se va de la casa de Isabel'', afirmaba.
Los celos, el gran problema
Según relata Barrientos “Isabel acusó al escritor de celos infundados”, añadiendo que “la historia que se contó con poca base documental fue la siguiente: Isabel regresó a su mansión sobre la una de la madrugada. Como no había minutado en vivo y en directo, calculamos que una vez desmaquillada podrán ser ya las dos o tres de la madrugada. Según la escenificación que contaron fue entonces cuando Vargas Llosa le recriminó que llegara a esa hora. Como testigo de esa discusión, una amiga que escuchaba por teléfono el desencuentro a unas horas cuando menos sorprendentes para hablar. Pero la realidad es que esa puesta en escena nunca existió. Cada uno tenía su espacio y dormitorio en la gran mansión. Por tanto, no era posible que le hubiera escuchado llegar y menos que le montara un número de vodevil de amanecida”.