Pablo Motos (57 años) es un 'roba escenas' empedernido. El presentador es capaz de eclipsar a su entrevistado y brillar con las vivencias personales más inesperadas. Y este lunes con el consagradísimo actor argentino Ricardo Darín (66 años) no ha sido una excepción. El porteño tiene mucha 'mili' a sus espaldas, lo dice su voz pausada y sus interesantes reflexiones, pero ante la angustiosa revelación del conductor de 'El Hormiguero' su rostro pasmado ha representado a una gran parte de la audiencia y del público en plató.
El accidente en el que Pablo Motos casi pierde la vida de un disparo en la cabeza
Y es que de 'mili' iba la última anécdota de Pablo Motos. Ante la pregunta de uno de sus colaboradores a si había manipulado un arma de fuego, el entrevistador asentía y revelaba: "Me disparé en la cabeza". Las miradas interrogantes se iban observando las unas a las otras. ¿Qué es lo que acaba de decir Pablo? A lo que el de Requena se veía en la necesidad de matizar y profundizar en esta experiencia ocurrida durante el servicio militar.
"Sí, me disparé en la cabeza, pero no me di, porque estoy aquí", era su razonable respuesta. El presentador de Antena 3 contaba que una tarde que tenía asignada la tarea de limpiar las armas había "quedado con una chica". Como no quería llegar tarde, afrontó esa responsabilidad usando un 'atajo': en vez de limpiarlas a fondo, solo les puso "un aceite".
"Me quedé sordo de un oído y sin habla"
Además, tenía que ir revisando que no estuvieran cargadas, "nunca lo estaban, de verdad", señalaba Motos. Sin embargo, en un descuido, el arma que estaba manipulando en ese momento se disparó con la mala fortuna de que sí tenía munición dentro. El milagro se produjo, porque no le alcanzó, ya que la bala habría impactado directamente en su cabeza.
El accidente tuvo repercusiones en su salud inmediatas. "Me quedé sordo de un oído y sin habla", ha recordado ante la mirada estupefacta de Ricardo Darín y el resto del equipo de 'El Hormiguero'. Las consecuencias no fueron permanentes y, después de permanecer unas horas en el hospital, recibió una sanción que no tuvo más remedio que cumplir. Resignado, aunque también asumiendo su irresponsabilidad, Pablo ha acabado su relato con una moraleja: "Me metieron en el calabozo por hacer mal mi trabajo".