Por MARIÁNGEL ALCÁZAR
Nueva monarquía para nuevos tiempos. Los reyes se han propuesto mostrar su cercanía a los ciudadanos y como prueba el jueves por la noche recibieron en el palacio de la Almudaina de Palma de Mallorca a una nutrida y amplia representación de la sociedad balear ante quienes confirmaron su intención de seguir pasando sus vacaciones en Mallorca. Con este encuentro, don Felipe y doña Letizia sustituyeron la cena a las autoridades que cada año ofrecían los anteriores reyes para abrir el palacio a la sociedad y a colectivos que hasta ahora nunca habían sido invitados.
Los reyes, acompañados por la reina Sofía, llegaron al palacio, que se yergue frente a la catedral de Palma, poco antes de las 9 de la noche y allí les estaban esperando cientos de ciudadanos anónimos. Una escena que no se veía desde hace años y que se repite en las últimas semanas en todos los lugares a los que acuden los nuevos reyes. Don Felipe, doña Letizia y también doña Sofía bajaron del coche para saludar y lo hicieron entre aplausos y, sobre todo, ante cientos de teléfonos móviles en modo cámara fotográfica. Todos querían, además, tenderles la mano y, durante un buen rato, los tres se esforzaron por agradar al mayor número de personas posibles. Amor con amor se paga y parecía que no tenían prisa en entrar en el palacio de la Almudaina, como si quisieran mostrar a los turistas y locales que les esperaban que ellos eran tan importantes como las personas que estaban dentro. Un gesto que demuestra el talante de los nuevos reyes.
Reinas fieles: Felipe Varela y Margarita Nuez
Doña Letizia se había vestido con un modelo de Felipe Varela, de escote asimétrico, que ya había lucido en otras ocasiones, solo o con una chaqueta encima. Fue el vestido que escogió hace tres años cuando Michelle Obama fue invitada por los anteriores reyes en el palacio de Marivent. Completaba el conjunto con unas sandalias de tacón doradas y unos pendientes colgantes de Tous. Doña Sofía, fiel a su estilismo mallorquín, escogió un conjunto de pantalón pijama y camisola estampada diseñado por Margarita Nuez.
Tras saludar a las personas congregadas en el exterior, los reyes y doña Sofía entraron en el patio de la Almudaina para saludar, uno a uno, a los 300 invitados. Para la reina madre también fue una noche especial ya que, por primera vez desde hace 38 años, su puesto en la Almudaina estaba por detrás de su hijo y de su nuera. Doña Sofía se mostró muy sonriente y, aunque dejó todo el protagonismo a los nuevos reyes, también recibió numerosas muestras de cariño.
De hosteleros a agricultores
El paso de los invitados se abrió con el presidente del Govern balear, José Ramón Bauzá, al que siguieron los representantes institucionales, como los alcaldes de las principales localidades de Mallorca, diputados autonómicos, representantes de las fuerzas y de los cuerpos de seguridad, incluidos los bomberos voluntarios y responsables de Protección Civil. También los secretarios regionales de los sindicatos, de las asociaciones empresariales y hoteleros como Gabriel Escarré, Abel Matutes, Carmen Riu, o Simón Barceló, cuyos apellidos dan nombre a cadenas hoteleras con presencia en medio mundo. Con ellos, profesores universitarios, los estudiantes que han sacado la mejor nota en la selectividad, jóvenes empresarios, agrupaciones de agricultores y los directores de las oficinas de promoción turística de todas las islas, así como los representantes de las oficinas de denominación de origen, encargados de promocionar por el mundo el aceite, el vino, la ensaimada y la sobrasada mallorquina, entre otros productos.
La pareja que acaparó todas las miradas fue la formada por el tenista Carles Moyá y su esposa, Carolina Cerezuela, de blanco como la Reina. La pareja, que acaba de estrenar una espléndida casa en la urbanización de Son Vida, se mostró muy contenta por haber sido invitados y por el hecho de que los reyes sigan veraneando en Palma.
El invitado más especial: un perro guía
Para demostrar la pluraridad de la convocatoria, además del arzobispo de Palma acudieron los representantes de otras confesiones religiosas como la comunidad judía, musulmana y la iglesia evangélica. También hubo espacio para los representantes de colectivos sociales como la ONCE, cuya presidenta regional acudió acompañada de su perro guía, el invitado más especial de la velada. También acudieron miembros de otras organizaciones de discapacitados, y los de Cáritas, el Banco de los Alimentos, Cruz Roja, Proyecto Hombre, Fundación Nazaret, responsables de comedores sociales, y asociaciones de Gays, Lesbianas y Transexuales, cuyo presidente, Jan Gómez, lució un abanico con los colores del arco iris que identifican a su colectivo.
La escritora Carme Riera, el tenor menorquín Josep Pons, el ciclista Joan Llaneras y el cantante y regatista Jaume Anglada, amigo de los reyes, completaron una lista en la que primaban no los nombres conocidos sino el trabajo de todos ellos. Tras algo más de media hora de saludos, los reyes y doña Sofía se unieron a los invitados para degustar un ágape servido por la chef Macarena de Castro, elaborado con productos baleares. Los anfitriones se mezclaron con los invitados para conocer sus inquietudes y las de los colectivos que muchos de ellos representaban. Casi dos horas de charlas en un ambiente distendido, en las que se habló de todo y con casi todos. Poco antes de la medianoche, los reyes regresaron a Marivent con la satisfacción de haber cumplido con el objetivo de acercarse al mayor número posible de ciudadanos y abrir su reinado a la sociedad más plural.