Taylor Swift (34 años) es una de las cantantes más queridas y valoradas de todo el mundo. Su éxito, su carrera, su vida, las letras de sus canciones, cualquier cosa relacionada con la cantante se convierte en protagonista de los titulares de todos los medios de comunicación. Siempre tan educada, divertida y cercana a sus millones de fans, la intérprete 'Cruel Summer' hará realidad el sueño de muchos el próximo 29 y 30 de mayo, cuando actúe en el Estado Santiago Bernabéu de Madrid.
Con las entradas agotadas de su The Eras Tour, Taylor tiene una legión de seguidores que la persiguen allá donde va y que tienen en su mente cualquier fecha y momento icónico que haya vivido la estrella internacional. Y es que la artista puede presumir de casi haber hecho de todo: series, películas, documentales, actuaciones por todo el planeta. Sin duda hay poco que se le haya podido escapar en toda su carrera. De hecho, hay un icónico momento con el que la cantante hizo pasar mucha vergüenza al príncipe Guillermo.
Aunque muchos seguro que no lo recuerdan (si eres un verdadero 'swiftie' seguro que lo retendrás en tu memoria), hubo un día en el que el heredero al trono de Reino Unido se subió al escenario como si fuera una estrella más dela canción para interpretar 'Livin' on a Prayer' junto al propio autor del tema, Bon Jovi, y Taylor Swift. Un momento histórico (la fecha exacta es el 26 de noviembre de 2013) en el que el marido de Kate Middleton pasó mucha vergüenza.
Fue en un evento solidario en los jardines del Palacio de Kensington cuando el hijo de Carlos III y otros invitados pudieron disfrutar de las actuaciones de varios artistas. Una velada en la que la magia propicio una escena inédita e improvisada que quedará grabada en la memoria de todos aquellos que lo pudieron ven en directo. De hecho, el propio Guillermo recordó ocho años después aquella actuación y confesó cómo ocurrió todo. ¡Cómo Taylor fue la artífice de que él se atreviese a subir al escenario! "No me puedo creer que esté contando esta historia", dijo el hermano de Harry con total sinceridad en el pódcast 'Time to walk' de Apple.
"Era una gala anual de recaudación de fondos para Centrepoint, la ONG para jóvenes sin hogar a la que tengo mucho cariño y he apoyado durante años. Cuando vi que Jon Bon Jovi y Taylor Swift estaban también allí, casi me quedo sin aliento. Me senté a ver la actuación y nunca pensé que ocurriría lo que vino a continuación", comenzó a explicar el príncipe Guillermo. "Taylor Swift estaba a mi izquierda y después de sonar la primera canción hubo una pausa y ella se volvió hacia mí. Me puso la mano en el brazo, me miró a los ojos y dijo: 'Vamos, Guillermo. Vamos a cantar'. A día de hoy aún no sé qué me pasó... Incluso todavía me ruborizo al recordarlo y no entiendo por qué cedí. Pero francamente, si ella te pide algo así y te dice: 'Ven conmigo...', pues te levantas como un perrillo y piensas: 'Vale, está bien, parece una buena idea. Lo haré', confesó el hijo de la princesa Diana. Fue entonces cuando el príncipe subió al escenario "en trance". "A mitad de la canción, me espabilé", contó.
"Y me dije a mí mismo, '¿Estoy aquí cantando este tema cuando ni siquiera me sé bien la letra?. Sin embargo, los chicos y chicas de Centrepoint estaban allí vitoreando y disfrutándolo al máximo, así que pensé: 'Bueno, la noche es para ellos... y ¡qué demonios! no seré yo el gafe que arruine el concierto'. Así que traté desesperadamente de recordar algunas de las palabras de la canción y cantar tan fuerte como pude... aunque debajo de la corbata sudaba mucho y me veía como un pato mareado", reconoce bastante avergonzado. "Ahora, mucha gente podrá pensar que me siento cómodo sobre el escenario, cuando hago discursos y cosas así. El caso es que ya he dado muchos y no tengo ningún problema, pero en ninguno de ellos he terminado cantando", reveló Guillermo, quien añadió además que considera que "a veces, cuando te sacan de tu zona de confort, tienes que tirar para adelante como sea".
Y es que el próximo rey de Reino Unido (si todo sale como debería) piensa que "estamos en un momento en el que nos preocupamos demasiado por cómo nos ven los demás en las redes sociales, quién ha dicho esto o lo otro sobre mí, qué llevo puesto... Hay tantas presiones que de vez cuando no está mal hacer un poco el ridículo, dejarse llevar y no tomarse a uno mismo tan en serio".