Si de alguien se ha hablado en redes en las últimas semanas es de Lola Lolita (22 años). Mientras todas sus compañeras se unían al trend de ‘escuchamos, pero no juzgamos’, ella aparecía en pantalla junto a su hasta ahora pareja, Isaac Belk, más conocido como Ibelky, para hablar a cámara, pero sin ningún juego de por medio. El único objetivo era comunicar de forma clara y directa y sin dar lugar a especulaciones que habían decidido poner fin a su relación tras más de tres años compartidos. Las reacciones no se hicieron esperar, y la sorpresa era la que más se repetía, nadie esperaba que tomaran una decisión así y desde entonces, un momento del que hace ya dos semanas, se ha dicho de todo.
Empezando por poner en duda de manera constante que esto fuera algo real, o incluso aferrándose a la idea de que podrá ser una crisis pasajera, y es que las ganas de verlos juntos son muchas. Y ellos las han saciado, pues sin esconderse y con la complicidad que les caracteriza han salido a cenar con más amigos, entre ellos Sofía, la hermana de Lola y su también expareja, Álvaro. Pero, ¿por qué? Pues la respuesta es sencilla, los cuatro pertenecen a la agencia de representación de Lola, y ella fue la que invitó a cenar a todos los que forman parte y son talentos de su exitosa aventura empresarial.
Dos millones de euros en el último año con su agencia
Y es que, aunque Lola Lolita e Ibelky han roto su relación personal, la laboral sigue adelante, prueba de ello es esa celebración navideña en la que todos se juntaron y los dos millones de euros que la influencer facturó este año por hacer las veces de representante. Una cifra que impone si tenemos en cuenta que Lola tiene 22 años, que la empresa tiene solo dos años de vida, y que ella es la única socia y administradora. Toda una mujer de negocios.
Tenía 19 años cuando decidió poner este proyecto en marcha y lo hizo sola, se puso al frente de Agencia de Influencers Lolita Manager SL, invirtiendo un capital de 3.100 euros, y domiciliando la sociedad en Alicante, y dos años más tarde ya tiene un valor de un millón de euros y ha facturado dos millones, lo que son 268.000 euros más que el año anterior. Muy pocos emprendimientos pueden hablar de estas cifras cuando apenas se han asentado en el mercado.
Pero a nadie le extraña si hablamos de Lolalolita, que tiene 13 millones de seguidores en TikTok y 4,2 en Instagram, y que ya está al nivel de esas influencer cuyo nombre cualquiera conoce, aunque no esté muy dentro del mundo de las redes. De hecho, desde hace días, se lleva diciendo que es la encargada de amadrinar a otras compañeras con cuentas más pequeñas pero que por algo llaman la atención, pues es habitual verla hacer colaboraciones con caras nuevas que inevitablemente generan expectación y ponen el foco sobre esas otras personas.
Vive de alquiler en Madrid mientras le construyen la casa de sus sueños
Su situación es privilegiada y lo sabe, no son pocas las veces que da las gracias por ello. Y esa favorable posición le ha permitido vivir en Madrid a pesar de ser de Alicante, donde viaja siempre que puede, y no solo pagar un piso de alquiler, también comprar una casa en la que todavía no vive pero que se está construyendo con todo tipo de lujos. Y hasta montar una feria, una de las que solo se ven en las grandes ciudades, cerrar un recinto de Madrid y montar ‘Lolalolitaland’ para el disfrute de todos sus amigos, todos sus representados y todo el que quisiera pagar desde 20 euros por persona para disfrutar de las atracciones, la música, y el reclamo innegable de compartir plan con al menos un influencer por metro cuadrado.
Lola triunfa en las redes, triunfa como creadora de contenido y empieza a despuntar como personaje de sociedad, y todo esto puede no verlo igual todo el mundo, pero lo que nadie puede negar es que los dos millones que factura son la prueba fehaciente de que como empresaria funciona. Y eso que ahora, con una ruptura tan reciente, no está en su mejor momento, aunque seguro que ver que el resto de las facetas de su vida van tan bien le anima y le motiva para seguir adelante, pues parece que su proyección de futuro es imparable.