Miguel Ángel Revilla (80 años) y Aurora Díaz (62 años), la segunda mujer del político, hace más de veinte años que comparten su vida juntos. Tienen una hija en común, Lara, y ambos se consideran un pilar fundamental en la vida del otro. El matrimonio vive en El Astillero, un municipio con menos de 20.000 habitantes donde tienen un piso de unos 120 metros cuadrados. Una vivienda muy cómoda donde desconectan de la política y donde disfrutan de su día día en la más estricta normalidad. De hecho, el político siempre recuerda que ella es la que no quiere que vaya más a televisión para que puedan vivir más tranquilos. "Yo soy quien le pone a ras de suelo", dijo ella, que es 18 años menor que el político, a Susanna Griso durante una entrevista. Eso sí, la que fuera secretaria en la sede del Partido Regionalista de Cantabria (PRC) dijo en 'Mi casa es la tuya' que a pesar de que están muy enamorados él es poco romántico. "No, a mi no me prepara este tipo de picnic", contó entre risas a Bertín mientras merendaban en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno (Cantabria).
Los reproches de Aurora a Miguel Ángel Revilla
En cuanto a las labores del hogar, Miguel Ángel cocina de vez en cuando, pero lo cierto es que recoger no se le da muy bien: "Cuando entra en la cocina tiembla el lavavajillas. No es mucho de recoger". Según el político, él elabora platos que ya le gustarían a muchos restaurantes con estrella Michelin, pero en la entrevista con Osborne Díaz lleva su mirada a un lado y responde "bueno, hace algunas cosas". Además, otra de las quejas que Aurora tiene de su marido es que hace muchos años que no salen de Cantabria de vacaciones. "¡¿Cuánto hace que no salimos a ningún lado?!", pregunta ella, a lo que Revilla responde que estuvieron tres días en Galicia hace 15 años. Un viaje que desde luego no salió como su mujer quería porque después de tener una reserva para pasar el fin de semana juntos el político dijo que no podía faltar a una de las procesiones de Suances. "Agarró el coche y se fue solo. No sé si se lo inventó, le dio la ventolera. Y eso que le buscamos dos pueblos para que presentara el libro. Hay que tenerle preparadas cosas para entretenerlo. Así que estuvimos por La Toja con un barquito y yo le decía a Lara, así estamos más tranquilos que tu padre nos lleva de un lado a otro", explica al presentador.
Miguel Ángel justifica su ausencia en aquellos momentos porque asegura que hay "87 días" muy importantes en Cantabria en los que si faltara la gente pensaría que algo malo le habría pasado. "Eso son cosas tuyas. ¡Pero es que después de Cantabria hay vida también! Hay otras cosas", comenta Aurora, que se indigna con su marido porque dice que le gusta a ir a bares y cantar. "Dices eso pero luego digo de ir a tomar algo a tomar un vermú y no quieres ir porque no aguantas estar en la barra de un bar", añade. Eso sí, ambos recuerdan felices el día que se conocieron en el pueblo del político, una fecha en la que había mucha niebla pero en la que él le cantó una ranchera. "No canta tan bien como Bertín pero no está mal", dice ella.
En la conversación, Revilla asegura que aunque no le pedía consejo a Aurora cuando estaba en la política, lo cierto es que su mujer le daba bastantes. "Pero no me hace caso. No soy de meterme mucho, pero ¿cómo no voy a opinar?", explica Díaz sobre su marido, que se define como un hombre "rutinario" y "de costumbres" porque va al mismo peluquero de toda la vida y siempre se toma el café en el mismo lugar.
Su hija Lara, lo mejor de su vida
Sobre su hija Lara los dos están de acuerdo con que es una chica muy trabajadora y estudiosa. De hecho, están muy orgullosos de lo bien que habla inglés gracias a los numerosos viajes alrededor del mundo que ha podido hacer. "Se exige mucho. Es una machaca. Sin haber estudiado el idioma habla perfectamente porque ha estado en Canadá, Irlanda...", explica Miguel Ángel, que confiesa solo viajar a países donde se hable español por que no tiene ni idea de hablar otra lengua.
Además, ambos cuentan que Lara siempre ha vivido "a tope" todo el tema de la política y se ha interesado mucho por lo que su padre pudiese hacer o no. "Con ella tengo muchas broncas porque es muy joven", cuenta Revilla.