Ya ha pasado un año. Un año desde que Marujita Díaz dijo adiós y se marchó a mover los ojos en circulitos al cielo. Sus amigos se quejaron de que no pudieron despedirse de ella como les hubiera gustado, pero ahora se resarcirán con la misa homenaje que han preparado para el 23 de junio en la iglesia de Jesús de Medinaceli.
Recordemos que el último adiós a la artista se llevó a cabo en un velatorio intimo, en el que no participó nadie del mundo del espectáculo y en un entierro abierto únicamente a familiares. Su cuñado Horacio, padre de su heredera universal, Reyes, dispuso para que la despedida fuera lo más íntima posible y así la familia no se viera arrastrada a un trajín de flashes y cámaras. Algunos de los amigos de Marujita no comparten la manera en la que esto se llevó a cabo, pues les hubiera gustado estar presentes. Son, como ellos dicen, su otra familia. Y si a unos no se les puede elegir, a los amigos sí, y Díaz los escogió a ellos.
Por eso David Cuevas, su joyero de confianza junto a Jorge Molina, han organizado una misa funeral a la que está invitado todo aquel que fuese amigo o simple seguidor de la folclórica, para brindarle un homenaje como ella se hubiera merecido, tal y como este ha revelado a Vanitatis.
De hecho, Cuevas ha sido una de las personas que se ha quedado con algunos de los objetos más preciados (a nivel sentimental) de su amiga. Él tiene en casa a su caniche, un precioso retrato de la amienemiga de Saritísima, así como unas sillas de mimbre blanco, a las que ella tanto cariño tenía porque las había usado en múltiples reportajes para revistas. También se ha quedado con su colección de vestidos con los que actuó por medio mundo, llevando eso de “banderita tu eres roja”.
La anteriormente nombrada Reyes se ha quedado con las casas que eran propiedad de su tía. De todas ellas, las más especial es la casa de Miraflores, en la que Maruja vivió y que tiene una extensión de 500 metros cuadrados.
El verano pasado, dos meses después de su muerte, se pusieron a la venta algunos de los objetos y recuerdos de sus casas, en la joyería de Cuevas y Molina. Cuadros, bisutería, accesorios para el hogar, estatuillas… Así lo dispuso la artista: cuando ella falleciera, todos esos tesoros saldrían a la venta y lo recaudado iría, de manera íntegra, a fines solidarios.